Con la afabilidad de quien recibe amigos en una fiesta en su casa, Mayra Mulato López invita a Adrián a sentarse en una de las bancas de la plaza Fray Martín de Valencia. El joven acepta de inmediato con un gesto, saca una libreta para dibujar y enciende tranquilamente un cigarrillo de marihuana.
En este parque de la alcaldía Coyoacán de Ciudad de México se ha instalado uno de los espacios de consumo seguro de marihuana, plantones habilitados por activistas cannábicos para protestar por el embrollo en el que se encuentra la legislación respecto al consumo de esta planta y para que personas como Adrián puedan venir a fumarse un 'porro', casi con total tranquilidad, durante sus horas de comida en el trabajo.
Mientras dibuja la banca en la que está sentada Mulato López, el diseñador publicitario Adrián cuenta que llegó a este nuevo sitio por recomendación de activistas cannábicos que habilitaron otro espacio de consumo seguro en un camellón de la alcaldía Benito Juárez. "Fumo donde sea, de no estar la banda [gente] aquí no me hubiera quedado, hubiera caminado. Pero estando así me da toda la confianza", explica.
Plantón en Coyoacán
Mulato López tiene un arete en la nariz, lleva rastas hasta la cintura y viste un gorro tejido con rayas verdes, amarillas y rojas.
La mujer tiene el mote de 'Pachehontas' —derivado de dos palabras: "pacheca", que en México hace referencia a los efectos psicoactivos del cannabis, y 'Pocahontas', por la nativa norteamericana nacida a finales del siglo XVI— y es una de las activistas de La Plantona 420, uno de los colectivos cannábicos que habilitaron el espacio con el apoyo de Mujeres Cannábicas en Resistencia, Cofradía y el programa de televisión El Sótano.
"El problema que no haya jurisprudencia es que no nos queda de otra más que luchar por los espacios de consumo responsable", dice 'Pachehontas', mientras sostiene un cigarrillo de marihuana. Desde el 21 de septiembre, la activista, modelo de pintura corporal y feminista cannábica participó en la instalación de este espacio, en medio de las miradas de desconfianza de los vecinos de Coyoacán.
Luis, un mesero que trabaja en uno de los apetecibles cafés que rodean la plaza Fray Martín de Valencia, cuenta que los primeros días se acercó al espacio con mucho interés, pero que dejó de ir porque se armó un alboroto. Vecinos comenzaron a circular rumores de que en el sitio se vendía marihuana, una versión falsa debido a que los colectivos tienen normas de convivencia en las zonas de consumo seguro, entre las que se prohíbe la comercialización de cannabis y ejercer cualquier tipo de violencia.
La tarde del jueves 13 de octubre, la Policía se llevó detenido a uno de los compañeros de 'Pachehontas'. "Obviamente se tuvo que pagar una multa que fueron 1.600 pesos (unos 80 dólares) y es dinero que como activistas no tenemos", dice la activista.
No todas las interacciones con las autoridades son negativas. Aunque no han conseguido una mesa de diálogo con el Gobierno de Ciudad de México y de la alcaldía Coyoacán, 'Pachehontas' recuerda que funcionarios de la capital también les visitaron hace unos días y les dijeron que no veían nada malo en el plantón. "Estábamos jugando ajedrez ese día. Naturalmente estamos haciendo actividades todo el tiempo. Eso es una parte buena también, nos portamos bien, somos niños buenos, pero no nos quieren por pachecos", acota.
Además de la tarde de ajedrez, los activistas han montado clases de perreo, de joyería cannábica y esperan habilitar lecciones de comida con la planta.
Embrollo legal
"El consumo de marihuana en México no está penalizado como tal, y por ende, no es ilegal. Sin embargo, las acciones necesarias para ejercer el consumo, que van desde la posesión, la compra, la venta y el cultivo, todo eso continúa siendo ilegal", explica Amaya Ordorika, coordinadora de Incidencia Política en ReverdeSer, una organización de la sociedad civil que trabaja por la transformación de la política de drogas y la construcción de paz en México.
El 28 de junio del 2021, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) emitió la declaratoria de inconstitucionalidad 1/2018, con la que se eliminó la prohibición absoluta al consumo lúdico o recreativo de cannabis y del THC, argumentando que ese modelo restringía el derecho al libre desarrollo de la personalidad de los consumidores.
Sin embargo, el Congreso no ha regulado el tema y los usuarios de cannabis se enfrentan al laberinto burocrático de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) para obtener un permiso que les permita el consumo personal de cannabis.
Para Ordorika, el movimiento cannábico se ha enfrentado a todo tipo de estigmas, y aún así ha avanzado en la apertura de espacios de consumo seguro, un hecho que considera "histórico" porque se hace abiertamente en el espacio público, "como un acto de desobediencia civil pacífico, de reconocimiento de nuestra existencia, frente a la sociedad y frente al Estado mexicano", dice.
A la par de estos espacios, Ordorika aboga por "desmontar un sistema de prohibición que ha generado muchos daños a nuestro país". Cuando habla de daños menciona que esa política de drogas ha permitido "legitimar estrategias de seguridad militarizada".
Además de actores políticos y económicos muy diversos que se benefician de estos mercados ilícitos, Ordorika explica que esas políticas que se enmarcan en la "guerra contra las drogas", que incluyen estrategias de mano dura en materia de seguridad, "vienen impulsadas y financiadas desde EE.UU., no solo en México, en toda América Latina".
En esa injerencia de Washington en las políticas nacionales en Latinoamérica, EE.UU. ha condicionado el apoyo económico o la compra de armamento a ciertas empresas norteamericanas para la lucha contra el crimen organizado, señala Ordorika.
La coordinadora en ReverdeSer apunta que en el caso de México no solo debemos hablar de despenalizar el consumo y el acceso a la planta, sino de trazar un modelo regulatorio integral que garantice que los campesinos de Guerrero, Oaxaca y Michoacán puedan cultivar con la certeza jurídica de que lo pueden hacer desde la legalidad y con el acompañamiento y la protección del Estado.
Unión cannábica
'Pachehontas' estima que para que se legalice el consumo de cannabis faltan unos 10 años. Aún así no se desanima. "Los espacios de consumo son para hoy, ponerlos cerca de donde tú vives, informarte, unirte a las iniciativas de ley que tiene el Plantón 420", refiere.
A unos 10 metros, dos personas de unos 30 años se acercan sin hablar, se sientan en una banca cercana, sacan un libro y prenden un 'porro', mientras José Estrada saca un trombón y comienza a tocar 'Perfume de gardenias'.
En esta tarde nublada, 'Pachehontas' se muestra confiada en que la unión de los activistas cannábicos hace la fuerza. "Yo digo que hasta la victoria verde", remata.
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