En la víspera de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil, que se disputaran este domingo 30 de octubre, entre el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y el actual mandatario Jair Bolsonaro, uno de los temas más relevantes en la campaña ha sido la Amazonía y su protección.
El gigante sudamericano alberga en su territorio la mayor parte de la selva amazónica, considerada "el pulmón del planeta" por su capacidad para absorber dióxido de carbono y vital según los científicos para detener el cambio climático, que ha sufrido niveles récord de destrucción desde que Bolsonaro llegó al poder en 2018.
En los primeros tres años de su mandato se deforestaron 34.000 kilómetros cuadrados de bosque tropical, una superficie superior a la de un país como Bélgica, recoge RTVE. "Es el peor Gobierno para el medio ambiente en toda la democracia en Brasil", asegura Romulo Batista, portavoz de Greenpeace Brasil desde el estado de Manaos.
Sin embargo, lo que más preocupa a los ecologistas y científicos es la tendencia al alza de la deforestación. Desde 2004, con la llegada al poder de Lula da Silva, la deforestación fue disminuyendo, y se llegó a reducir en casi un 80 % durante su gestión, según datos del Proyecto de Seguimiento de la Deforestación en la Amazonía Legal por Satélite (PRODES, por sus siglas en portugués) que monitorea este fenómeno, citado por el medio.
En 2019, tras el primer año del Gobierno de Bolsonaro la deforestación anual promedio en la Amazonía alcanzó los 13.038 kilómetros cuadrados, aumentando un 73 % hasta 2021.
Para septiembre de este año, la destrucción amazónica alcanzó un nuevo récord con la pérdida de 9.069 kilómetros cuadrados de vegetación, la peor en 15 años, de acuerdo con los datos del Instituto del Hombre y Medio Ambiente de la Amazonía (IMAZON). Durante una década, de 2008 a 2017, la deforestación acumulada se mantuvo por debajo de los 3.500 kilómetros cuadrados.
Compromiso, legislación y control
Según el medio, la falta de interés del Gobierno en aplicar la legislación ambiental y mantener el control sobre los ganaderos y agricultores, los principales responsables de la deforestación, es la causa fundamental de la destrucción de la Amazonía.
"Hemos visto constantes recortes de la financiación para las agencias medioambientales que se encargan de monitorear y combatir la tala ilegal y los incendios", denuncia Batista.
El año pasado, más de la mitad del presupuesto de la agencia medioambiental federal Ibama se dejó sin ejecutar, según Observatorio del Clima, un grupo de varias ONG brasileñas. Por el contrario, se ha impulsado leyes que "han acelerado aún más la destrucción ambiental".
Si bien en el país latinoamericano la Amazonia está protegida por el Código Forestal, que obliga a los terratenientes a preservar un determinado porcentaje de sus parcelas para la selva virgen, los activistas medioambientales cuestionan el desinterés del mandatario en hacerla cumplir, ya que, mantiene fuertes vínculos con la industria maderera, ganadera y minera, que lo ayudar a llegar al poder.
"La mayoría de los contribuyentes a la campaña de Bolsonaro vienen de la agroindustria", explica el portavoz de Greenpeace.
En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) en Glasgow, Escocia, el año pasado, el presidente se comprometió a intensificar su lucha contra la deforestación y a eliminarla por completo en 2028. Sin embargo, las medidas no convencen a activistas como Batista, que insiste en que "las políticas no han cambiado en absoluto".
Asimismo, en lo que va de 2022 los incendios en la Amazonia ya han superado a todos los del año pasado. Hasta el 26 de septiembre, el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE, por sus siglas en portugués) documentó 36.850 focos de incendio, con un día especialmente fatídico, el 7 de septiembre, bautizado como "día del fuego", en el que se registraron más de 3.000 focos a la vez.