El presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, tiene el reto de hacer realidad sus promesas económicas en medio de un país con una sociedad dividida, una derecha radical fortalecida tras cuatro años de Gobierno de Jair Bolsonaro y el fantasma de una recesión global.
Durante sus primeros dos mandatos, Lula garantizó la gobernabilidad y el éxito económico con base en la construcción de un 'consenso'; un pacto que lo mismo favoreció a la población de menores ingresos que al gran empresariado. "Todos ganaron con Lula en el Gobierno", se comenta a menudo.
A diferencia de hace 20 años, sin embargo, expertos consultados por RT consideran que bajo un tercer mandato de Lula será muy difícil construir un acuerdo nacional que logre conciliar intereses tan divergentes. En materia de economía, tres serán los desafíos (y paradojas) a enfrentar.
1. Política social vs. 'disciplina fiscal'
Para aprobar el proyecto de Presupuesto para el año 2023, Lula habrá de negociar con un Congreso controlado por los partidos políticos de la oposición.
Incluso antes de enviar su propuesta al Poder Legislativo, llevará puesta una 'camisa de fuerza': una enmienda aprobada en 2016 durante el Gobierno de Michel Temer que impide aumentar el gasto público más allá de la inflación en términos anuales.
Las grandes interrogantes son si estas políticas públicas contarán con el visto bueno del empresariado, de dónde y cómo se obtendrá financiamiento para sostenerlas en el largo plazo y cuál será la reacción de los mercados financieros.
El equipo de Lula busca que por lo menos los gastos en los sectores de la salud y la educación no sean condicionados con base en este 'techo fiscal'; más todavía por la emergencia sanitaria de la pandemia de la covid-19.
En entrevista con RT, Rosa María Marques, catedrática de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo, puntualiza, sin embargo, que es posible rebasar este límite de gastos a través de la aprobación de una enmienda, tal como lo hizo Jair Bolsonaro durante su Gobierno. Lula ya la está negociando, asegura.
El exlíder sindical busca cumplir su promesa de mantener en 600 reales (unos 120 dólares) mensuales el subsidio a la población de menores ingresos. Lula prometió también 150 reales (unos 30 dólares) adicionales para las familias que tengan un niño de hasta seis años de edad.
A este conjunto de promesas hay que añadir el aumento del salario mínimo, así como la exención del impuesto sobre la renta para las personas que ganan hasta 5.000 reales (unos 1.000 dólares).
Las grandes interrogantes son si estas políticas públicas contarán con el visto bueno del empresariado, de dónde y cómo se obtendrá financiamiento para sostenerlas en el largo plazo y cuál será la reacción de los mercados financieros que, en un primer momento, recibieron con beneplácito el triunfo de Lula.
Daniel Feldmann, autor junto Fabio Luis Barbosa dos Santos del libro 'Brasil autofágico' (ed. Tinta Limón, 2022), sostiene que los mercados financieros exigirán al nuevo Gobierno que asuma con rigor la 'disciplina fiscal', esto es, que no gaste más allá de sus ingresos.
En caso contrario, asegura el economista brasileño, esta "pérdida de confianza" se verá reflejada en el desplome de la moneda, turbulencia en la bolsa de valores y huida de las inversiones de corto plazo; un 'paquete explosivo' para una Administración entrante.
2. Aumentar inversión privada vs. fin de las privatizaciones
Para conseguir la recuperación de la economía, Lula propone apoyarse en la inversión privada, tanto nacional como extranjera.
Sin embargo, hay varias propuestas del exlíder sindical que los empresarios miran con recelo y que, a la postre, pueden convertirse en un obstáculo a la hora de animarse a invertir.
En este punto es probable que haya un 'choque de trenes' con todos aquellos interesados en continuar con la ola de privatizaciones y también con los que tienen dinero invertido en empresas públicas.
A la par de fomentar la inversión privada, Lula propone poner un alto al proceso de privatizaciones y, de manera simultánea, fortalecer a empresas públicas como Petrobras y Electrobras.
El objetivo es que el Estado vuelva a jugar un papel relevante en la economía y que conserve su prevalencia en sectores considerados estratégicos como la energía, donde el barómetro no es solo la rentabilidad.
En este punto, no obstante, es altamente probable que habrá un 'choque de trenes' con varios de los integrantes de la élite empresarial.
Por un lado, con todos aquellos interesados en continuar con la ola de privatizaciones desatada durante la administración de Jair Bolsonaro.
Y, por otro lado, con los que tienen dinero invertido en empresas públicas. En empresas como Petrobras, por ejemplo, hay también inversión de capital privado, señala Daniel Feldmann, profesor de la Universidad Federal de Sao Paulo.
El economista brasileño advierte que con toda seguridad habrá "visiones encontradas" sobre la estrategia que deben adoptar las empresas públicas bajo la nueva Administración.
"Mientras el Gobierno de Lula buscará canalizar los recursos de Petrobras hacia una mayor inversión (para fortalecer su capacidad de refinación, por ejemplo), los accionistas privados harán todo lo posible por distribuirse los dividendos".
3. Unidad nacional vs. sociedad fragmentada
Para varios analistas el tema clave para el próximo Gobierno de Brasil será reconstruir la unidad de la nación. Si no se logra un gran acuerdo con objetivos comunes, los efectos se harán sentir también en la economía, advierten.
Rosa María Marques destaca la "gran capacidad de negociación" de Lula para establecer consensos.
"Les incomodó mucho que la gente pobre mejorara sus condiciones de vida, por ejemplo, no soportaron compartir los aeropuertos, que las personas de menores ingresos viajaran como ellos"
De acuerdo con su perspectiva, el tercer mandato de Lula representa de facto "un 'consenso' entre distintas expresiones de la sociedad brasileña que buscan reconstruir el proyecto de nación" que se perdió tras el paso de Jair Bolsonaro, cuya gestión califica de "desastre".
Más que la élite empresarial, las clases medias fueron las que, durante los últimos años, alentaron la división y el rechazo hacia los Gobiernos surgidos del Partido de los Trabajadores, asegura.
"Les incomodó mucho que la gente pobre mejorara sus condiciones de vida, por ejemplo, no soportaron compartir los aeropuertos, que las personas de menores ingresos viajaran como ellos", argumenta.
En una editorial publicada tras los resultados del ballotage, el diario The Financial Times aseguró que el éxito de un tercer mandato de Lula dependerá, en último término, de la unidad que demuestre la élite económica y política a la hora de modernizar el país.
Daniel Feldmann se declara escéptico sobre esta posibilidad. Asevera que la reindustrialización de Brasil, una de las promesas de campaña más importantes, no conseguirá el apoyo de los principales hombres de negocios, quienes carecen de visión de largo aliento.
"Desde la década de 1980 Brasil vive un proceso de desindustrialización; hoy a los empresarios les interesa invertir en los mercados financieros y el sector inmobiliario, obtener ganancias en el corto plazo; no rescatar la industria para luego competir en escala internacional".
Ariel Noyola Rodríguez
@noyola_ariel