Muere en el aeropuerto de París el refugiado que inspiró la película 'La Terminal' de Spielberg

El iraní Mehran Karimi Nasseri vivió entre entre 1988 y 2006 en la zona de salidas de la terminal 1 del aeropuerto Charles de Gaulle de la capital francesa.

El refugiado iraní Mehran Karimi Nasseri, quien vivió más de 18 años en el aeropuerto Roissy Charles de Gaulle de París, murió este sábado en una de las terminales de la instalación aérea, informa AFP. 

Su experiencia inspiró el personaje de Tom Hanks en la famosa película de Steven Spielberg de 2004 'La Terminal'.

El refugiado iraní, también conocido bajo el nombre de sir Alfred Mehran, pasó 18 años de su vida en la zona de salidas de la terminal 1 del aeropuerto parisino, entre los años 1988 y 2006. Se trata de un caso sin precedentes, ya que nadie más en la historia vivió bajo el techo de un aeropuerto durante tanto tiempo. 

Nasseri fue supuestamente expulsado de su país en los años setenta del siglo pasado por protestar contra el entonces sah de Irán, Mohammad Reza Pahlaví. Tras no poder ingresar a Reino Unido para buscar a su madre porque le habían robado sus documentos personales, las autoridades francesas tampoco le permitieron entrar a su territorio ni embarcar en ningún avión. En 1999, obtuvo el estatuto de refugiado en Francia y un permiso de residencia.

"Ya no quiere salir del aeropuerto"

"No estoy muy seguro de lo que quiero hacer, quedarme en Roissy o irme", dijo tras recibir el derecho a vivir en el país galo. "Tengo papeles, puedo quedarme aquí, creo que debo estudiar cuidadosamente todas las opciones antes de tomar una decisión", señaló entonces.

"Ya no quiere salir del aeropuerto", dijo su abogado Christian Bourguet en aquel momento. "Tiene miedo de irse", agregó. El refugiado permaneció en la terminal aérea hasta que en agosto de 2006 fue hospitalizado por una enfermedad. 

Sin embargo, según reportan medios locales, después de gastar el dinero recibido por la película de Spielberg, el hombre decidió volver al aeropuerto, donde se convirtió en una icónica y familiar figura para los trabajadores de la instalación. 

"Era una persona muy tranquila, que no planteaba problemas, no hablaba con nadie", lo recordó una de las empleadas. "No decía nada, no pedía nada, no pedía dinero", añadió. Otro trabajador destacó que "durante las últimas semanas no parecía sentirse bien y tenía una mirada vacía".