Las arañas son conocidas por llevar una existencia antisocial y solitaria. En su mayoría tejen telarañas en estricta soledad, viven en ellas y sólo interactúan con otras de su especie cuando llega el momento de aparearse. Sin embargo, un equipo de investigadores descubrió que algunas de ellas han evolucionado hasta hacerse sociales, y que lo han conseguido mediante cambios genéticos compartidos.
En un reciente estudio publicado en la revista Nature Communications, los expertos buscaron diferencias entre las arañas sociales y las no sociales. Su trabajo consistió en comparar los genomas de 22 especies con cierto grado de sociabilidad. Encontraron pruebas de cambios genéticos que, en comparación con otras arañas, les permitían ser más sociales. Los investigadores señalan que esta evolución podría suponer un reto para las presas, si tales actividades sociales implican que estos insectos se asocien para mejorar sus habilidades de caza.
Algunas arañas, incluida la cazadora australiana, han evolucionado hasta hacerse más sociales, dice Alexander Mikheyev, profesor de la Escuela de Investigación de Biología de la Universidad Nacional Australiana. "Cuando pensamos en las arañas, tendemos a pensar en las que se limitan a colgar en la telaraña o a sentarse en un rincón y matar cosas", afirma. "Pero [los individuos de] ciertas especies han evolucionado de manera independiente, de forma muy similar, para ser más sociales".
En una de las especies, por ejemplo, se descubrió que las madres protegían a sus crías de los depredadores. Otras, como la cazadora australiana, se caracterizan por compartir el alimento. Estos ejemplos se conocen como comportamientos sub-sociales, y se describen mejor como tolerancia que como demostraciones de sociabilidad, señalan los investigadores. Aun así, sugieren que pueden ser indicios de que algunas están evolucionando para ser más sociales.
Investigaciones anteriores han demostrado que la mayor sociabilidad va acompañada de cambios en el tamaño de ciertas regiones cerebrales y órganos sensoriales. Sin embargo, los artrópodos, orden de invertebrados que incluye arañas, mariposas y otros insectos, no tienen un cerebro como el de los humanos. En cambio, distribuyen su tejido neural ampliamente, lo que significa que el equivalente a cerebro puede ocupar espacio en todo su cuerpo.
Las investigaciones demuestran que las arañas sociales, como la cazadora australiana y la araña social africana, tienen un sistema nervioso más desarrollado que las especies solitarias. "Gran parte de la socialización de estas arañas consiste en sentarse juntas y comer en el mismo sitio, o compartir la comida. Es muy parecido a comer en familia", dice Mikheyev. "También hay un nivel de parentesco, similar a la forma en que uno es más social con los miembros de su familia, en contraposición a los completos extraños", agrega.