Mineros ilegales construyeron un camino clandestino de 150 kilómetros de extensión en plena Tierra Indígena Yanomami, la mayor reserva indígena de Brasil, y cerca del lugar en el que vive el pueblo aislado Moxihatëtëa.
La organización ecologista Greenpeace, junto a un equipo de O Globo, sobrevoló la zona tras recibir una denuncia. "Lamentablemente lo que presenciamos en la Tierra indígena Yanomami es que la minería está en otro nivel. La llegada de las excavadoras hidráulicas les da a los buscadores de oro un poder de destrucción mucho mayor", comentó Danicley de Aguiar, miembro de la campaña de Amazonía de Greenpeace Brasil.
Según Greenpeace, los primeros informes de este camino ilegal, bautizado como 'el camino del caos', comenzaron a principios de noviembre. "Se encontraron excavadoras hidráulicas en un área donde nunca se habían visto, en la cabecera del río Catrimani. ¿Cómo llegó allí esta maquinaria pesada?", se pregunta la organización.
Greenpeace calcula que el camino, abierto hace poco tiempo, allana el paso para que las excavadoras "puedan aumentar la destrucción causada por la minería en más de 10 veces".
También advierte del peligro que supone esta construcción para el pueblo Moxihatëtëa, en aislamiento voluntario. "El camino pasa solo a unos 15 kilómetros de una de sus aldeas. ¡Necesitamos su voluntad de mantenerse alejados de las personas que no son indígenas!", subrayó.
La ONG aseguró que "afortunadamente" un equipo del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Ibama) y agentes de la Policía Federal se encuentran en la zona y ya comenzaron a destruir los equipos.
16.000 personas afectadas
La Tierra Indígena Yanamomi cuenta con más de 10 millones de hectáreas distribuidas entre los estados Amazonas y Roraima. Se calcula que unos 29.000 indígenas viven en la zona, en aproximadamente 350 comunidades, de las cuales 273 están afectadas por la minería ilegal, lo que impacta a más de 16.000 personas.
Los 'garimpeiros (mineros)' –se calcula que unos 20.000 en todo ese territorio– agravan la deforestación, la contaminación de los ríos por el uso del mercurio, la violencia contra las comunidades y propagan enfermedades como la malaria o el covid-19.
Se aprovechan así de la escasez de la caza y pesca como consecuencia de la destrucción del medio ambiente y de la debilidad de los indígenas por las enfermedades que ellos mismos transmiten.
Entre 2016 y 2020, la explotación ilegal dentro de la reserva aumentó un 3.350 %, según el informe 'Yanomami bajo ataque: Minería ilegal en la Tierra Indígena Yanomami y propuestas para combatirla', que fue publicado en abril por la Asociación Hutukara Yanomami.
Deforestación cero
La lucha contra el cambio climático, deforestación cero en la Amazonía, el combate a la minería, la extracción de madera o la defensa de los pueblos indígenas son algunas de las prioridades del presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva, que asumirá el cargo el próximo 1 de enero.
El patriarca de la izquierda brasileña incluso prometió crear un ministerio exclusivo para asuntos indígenas, cuyos pueblos están esparcidos por la Amazonía y son considerados los mejores guardianes del medio ambiente.
Su victoria fue recibida entre los ambientalistas con gran alivio después del mandato de Jair Bolsonaro, un escéptico del calentamiento global: en sus tres primeros años, la deforestación avanzó un 73 % como consecuencia, según los analistas, de su discurso a favor de la explotación comercial de las áreas protegidas, que generó una sensación de impunidad entre los criminales ambientales, y de sus recortes de recursos a los órganos de vigilancia.