Un grupo internacional de investigadores logró esclarecer un misterio que tuvo desconcertados a algunos especialistas de la comunidad científica durante décadas, al determinar las causas por las cuales los restos fosilizados de antiguos anfibios que habitaron la Tierra hace más de 300 millones de años resultaron literalmente "cocinados" después de haberse extinguido, informó el pasado miércoles el Trinity College de Dublín (Irlanda).
De acuerdo con los autores del estudio, publicado en la revista Palaeontology, los fósiles, procedentes de tetrápodos parecidos a los anfibios de la especie 'Keraterpeton galvani', fueron encontrados a mediados del siglo XIX dentro de una capa de carbono en el yacimiento de Jarrow, situado en el condado irlandés de Kilkenny. El sitio es conocido por conservar algunos especímenes fosilizados de peces y tetrápodos primitivos que datan del período Carbonífero Superior (Pensilvano).
Los científicos explicaron que todos los fósiles de Jarrow presentan alteraciones en su morfología ósea interna original, además de que grandes secciones de hueso estaban carbonizadas. Esta condición impidió a los expertos distinguir antes a los fósiles con respecto al entorno en donde fueron descubiertos.
¿Qué hizo que los huesos se cocinaran?
En una investigación anterior se sugirió que la probable causa de la deformación ósea fue la disolución de aguas ácidas en el lugar donde los fósiles quedaron depositados por primera vez. Ahora, para conocer el origen de la alteración de los huesos, los especialistas combinaron imágenes de rayos X, obtenidas a partir de una tomografía computarizada, con técnicas para analizar la composición química de los restos fosilizados.
Como resultado, se logró identificar que los huesos habían sido impregnados y 'remplazados' por el carbón circundante y la esfalerita, que es un mineral formado por fluidos hidrotermales (agua sobrecalentada debajo de la corteza terrestre). Asimismo, se detectaron cristales de apatita, los cuales estaban incrustados dentro de los huesos.
"La química de los cristales de apatita puede decirnos mucho sobre cómo se formó, si creció orgánicamente en el animal, se formó cuando el animal quedó enterrado o si algunos otros factores influyeron en su crecimiento", precisó el académico Gary O'Sullivan al señalar que ese mineral "es un componente importante del hueso vivo".
O'Sullivan comentó que cuando observaron "la química de la apatita en los huesos de Jarrow", encontraron que esta había sido formada "por fluidos calientes de dentro de la Tierra". El análisis químico de los huesos reveló que los fluidos hidrotermales se filtraron en rocas carbonatadas, lo que provocó que estas se calentaran a temperaturas de entre 300 y 350 grados centígrados. Esto a su vez determinó que la apatita, que se encontraba en el carbón, se derritiera en los huesos.
Por otro lado, el paleontólogo Aodhán Ó Gogáin aseguró que pudieron "fechar radiométricamente la apatita, lo que muestra que se formó durante una época en la que todos los continentes de la Tierra se juntaban y chocaban para formar el supercontinente Pangea", hace 302 millones de años. Asimismo, subrayó que "cuando estos continentes chocaron, se formaron cinturones montañosos con fluidos subterráneos sobrecalentados", los cuales "fluyeron por toda Irlanda", causando que los restos óseos de Jarrow se sobrecalentaran y derritieran.
"El conjunto de Jarrow es de gran importancia científica y es un elemento importante del patrimonio geológico de Irlanda", declaró el científico Patrick Wyse Jackson, para concluir que "es genial que finalmente se haya resuelto la cuestión que alteró los huesos fósiles de estos animales".
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