El recién electo congresista republicano por Nueva York, George Santos, que admitió haber mentido sobre algunos aspectos en la biografía oficial durante su campaña, tampoco dijo la verdad acerca de la muerte de su madre.
El pasado julio, Santos publicó en redes sociales que su progenitora había perdido la vida en los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Sin embargo, tan solo cinco meses después escribió en Twitter: "El 23 de diciembre de este año se cumplen cinco años desde que perdí a mi mejor amiga y mentora. Mamá, vivirás para siempre en mi corazón". Por lo tanto, del tuit se desprende que la mujer murió en diciembre de 2016.
En el sitio web de la campaña de Santos se afirma que su madre "estaba en su oficina en la Torre Sur el 11 de septiembre de 2001, cuando ocurrieron los horribles acontecimientos de ese día". "Sobrevivió a los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre, pero falleció unos años después cuando perdió la batalla contra el cáncer", cita New York Post.
Además, un obituario de la madre de Santos, Fátima ACH Devolder, informa que murió el 23 de diciembre de 2016, más de 15 años y tres meses después de los ataques a las Torres Gemelas. "Fátima entró en el descanso eterno [...] en Elmhurst Hospital Hospice, Elmhurst, Nueva York, tenía 64 años. Amada madre de George Devolder y Tiffany Devolder. Que descanse en paz", dice la publicación en línea.
A principios de esta semana, Santos admitió haber mentido sobre algunos aspectos de su vida, después de que una investigación publicada la semana pasada por The New York Times revelara inconsistencias en su currículum.
Durante su campaña el político se presentó a sí mismo como la "encarnación del sueño americano", un hijo de migrantes brasileños que trabajó en firmas financieras como Citigroup y Goldman Sachs y que además ayuda a organizaciones benéficas de rescate de animales. No obstante, el medio neoyorquino, tras revisar documentos políticos y judiciales tanto de EE.UU. como de Brasil, no pudo confirmar su experiencia en servicios financieros, su formación académica, obras de caridad, o ni siquiera su dirección.