El exsecretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, ha llegado este martes a Taiwán en una visita de tres días, informa el Ministerio de Asuntos Exteriores taiwanés citado por medios locales. Se trata de la primera visita oficial de un exsecretario general de la Alianza Atlántica a Taipéi.
Rasmussen arribó al aeropuerto internacional de Taoyuán aproximadamente a las 7:08 (hora local) y fue recibido por el jefe del Departamento de Asuntos Europeos de la Cancillería local, Vincent Yao.
Se prevé que el exfuncionario se reúna con la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, el vicepresidente, Lai Ching-te, y el ministro de Asuntos Exteriores, Joseph Wu, así como con parlamentarios, grupos de la sociedad civil y "activistas por la democracia", según un comunicado de la Alianza de Democracias, una fundación establecida por el propio Rasmussen.
"La visita se centrará en el apoyo del mundo democrático a Taiwán y en el estrechamiento de las relaciones con la UE", reza el texto.
Antes de su llegada a Taipéi, el alto funcionario subrayó que está "encantado de haber sido invitado a visitar" la isla. "Es una oportunidad para mostrar mi apoyo a Taiwán y a su capacidad de elegir su propio futuro de forma libre, pacífica e independiente", declaró.
El viaje se produce en medio de las tensiones entre Pekín y Washington. En agosto pasado, China condenó la visita a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., Nancy Pelosi, e inició maniobras militares combinadas alrededor de la isla.
Las tensiones se agravaron después del encuentro entre un RC-135 estadounidensey un caza J-11 chino que tuvo lugar el pasado 21 de diciembre. Pekín acusó a Washington de difamación y especulaciones, mientras EE.UU. considera que China realizó una "maniobra insegura".
- Taipéi se autogobierna con una administración propia desde 1949. Pekín considera a Taiwán como parte irrenunciable de su territorio, y la mayoría de los países, incluida Rusia, reconocen a la isla como parte integral de la República Popular China.
- Por su parte, EE.UU. no reconoce formalmente a Taiwán como un país independiente, pero mantiene una política de ambigüedad estratégica hacia la isla, reservándose el derecho a mantener relaciones especiales con Taipéi, que, en su opinión, toma sus propias decisiones.