Expertos del Centro Polaco de Arqueología Mediterránea de la Universidad de Varsovia descubrieron nueve cabezas de cocodrilo, envueltas en telas en complejos mortuorios con miles de años de antigüedad, en la Necrópolis de Tebas. El "extraordinario" hallazgo tuvo lugar en un enorme basurero de escombros y restos arqueológicos dejado por investigadores estadounidenses en 1922 en Egipto. El descubrimiento de restos de estos reptiles dentro de tumbas humanas constituye el primero realizado en todos los tiempos, comunicó la institución.
Los trabajos cubrieron el área de dos complejos mortuorios en el valle Norte de Asasif, en Tebas occidental (Luxor). La primera tumba perteneció al canciller Cheti, uno de los altos cargos más destacados de la corte de Nebhepetra Mentuhotep II (2055-2022 a. C.), mientras que la segunda se atribuye a un visir anónimo de la corte del faraón. La presencia de los restos de reptil dentro de las tumbas de los funcionarios es bastante inusual e indica la alta posición de los difuntos.
"Un análisis exhaustivo dentro de uno de los humedales de escombros proporcionó pruebas de que las cabezas de cocodrilo se habían colocado principalmente en cámaras funerarias. Por lo tanto, debieron ser colocadas allí durante las ceremonias funerarias hace 4.000 años, en el período del Reino Medio". Comentó el Dr. Patryk Chudzik, jefe del equipo de arqueólogos.
Las tumbas investigadas revelaron partes esqueléticas de cocodrilo, incluidos fragmentos del cráneo y la mandíbula, dientes sueltos y osteodermos (placas óseas en la piel). El análisis realizado mostró que los restos procedían de crías de cocodrilos del Nilo (Crocodylus niloticus) de unos 5 metros. Esta especie se considera la más grande y peligrosa de todos los cocodrilos del África subsahariana.
Culto al cocodrilo
El estudio exploró la asociación que pudo haber existido entre el difunto y el dios cocodrilo Sobek, a quien los antiguos egipcios identificaban con el poder faraónico, la inundación y la fertilidad. Desde el Reino Medio, Sobek, que se creía que había surgido de las Aguas Primigenias, se fusionó con el dios del sol, Ra, y en la forma solar de Sobek-Ra se hizo parte del viaje eterno del sol desde el este hasta el oeste. Esta asociación también se reflejó en los Hechizos de los Textos de los Sarcófagos, en los que el difunto se convertía en Sobek, explicaron los investigadores en un artículo publicado recientemente en Journal of African Archaeology.
Este descubrimiento único de restos no momificados de cocodrilos es de gran importancia. Por lo general, las partes del esqueleto no procedían de animales sagrados, que solían estar en los templos del antiguo Egipto. Los animales explorados no pudieron ser asociados con el culto del cocodrilo.
"Frente a los miles de momias de cocodrilos encontradas en todo Egipto, el descubrimiento de restos no momificados de estas criaturas ribereñas, restringidas a la cabeza y la piel, es bastante extraordinario. De hecho, los restos de reptiles sagrados fueron enterrados en catacumbas especialmente preparadas", explica Chudzik.