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El esqueleto de un hombre que temía convertirse en una pieza de museo al fin será retirado de una exhibición tras 200 años

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Charles O'Brien vivió en el siglo XVIII y llegó a medir 2,31 metros a causa de una enfermedad. Consciente del interés que suscitaba entre los médicos de la época, pidió que lanzaran su cadáver al mar para evitar que cayera en manos de los cirujanos, pero sus amigos no respetaron su último deseo.
El esqueleto de un hombre que temía convertirse en una pieza de museo al fin será retirado de una exhibición tras 200 años

El esqueleto del 'gigante irlandés', el espécimen anatómico humano más famoso de la Colección Hunterian del Real Colegio de Cirujanos de Inglaterra (RCS, por sus siglas en inglés) en Londres, no volverá a exhibirse una vez sus salas vuelvan a abrir las puertas en marzo tras cinco años de trabajos de renovación.

La decisión fue comunicada este miércoles por el propio RCS tras discutir "las sensibilidades y los diferentes puntos de vista" entorno a si se debe seguir exponiendo los restos de Charles Byrne, cuyo gigantismo (acromegalia) fue producto de un tumor benigno no diagnosticado en la glándula pituitaria.

No obstante, "el esqueleto se conservará, ya que es una parte integral de la Colección Hunterian y estará disponible para investigaciones fidedignas sobre las condiciones de la acromegalia y el gigantismo", aclaró la institución médica.

Charles Byrne nació en Irlanda de Norte en 1761 y llegó a medir 2,31 metros de altura. Murió en 1783 a los 22 años y durante sus últimos años se ganaba la vida exhibiéndose como el 'Gigante Irlandés' en Edimburgo y Londres. No obstante, antes de fallecer expresó el deseo de que lanzaran sus restos al mar para evitar que su cuerpo cayera en manos de anatomistas deseosos de investigarlo o mostrarlo.

De acuerdo con un artículo publicado en la revista British Medical Journal en 2011, el irlandés temía que John Hunter, un reconocido cirujano y anatomista escocés, quisiera su cuerpo para diseccionarlo. Hunter tenía la reputación de usar saqueadores de tumbas para obtener cadáveres de individuos con alguna característica física especial. Cuerpos que solía exponer en su museo privado.

Por desgracia, antes de que pudiera cumplirse la voluntad del gigante, Hunter logró finalmente hacerse con su cuerpo tras convencer a sus allegados y pagarles 500 libras esterlinas, unos 611 dólares. Tres años más tarde, Hunter exhibió el esqueleto en el Museo Hunterian, ubicado en las instalaciones del Real Colegio de Cirujanos.

La historia de Byrne y el robo de su cadáver ha suscitado repetidos llamamientos para que sus huesos sean retirados de la exhibición alegando motivos legales y éticos. Finalmente, durante el periodo de cierre del museo, la junta de fideicomisarios de la Colección Hunterian accedió a las peticiones. Sin embargo, los restos no serán enterrados porque "no existen pruebas escritas" de los presuntos deseos de Byrne, pese a las bien documentadas referencias anecdóticas sobre el tema.

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