El altercado letal entre una paciente y el personal de seguridad de un hospital de Toronto (Canadá), que tuvo lugar en mayo de 2020, quedó grabado en video y fue divulgado la semana pasada por CBC News tras obtener la autorización judicial para publicarlo.
Stephanie Warriner, de 43 años, padecía una enfermedad pulmonar obstructiva crónica y llegó al hospital con tos y sin aliento el 10 de mayo de 2020. Eran los primeros meses de la pandemia del covid-19, y a falta de los resultados de una prueba del virus, en la que, según se supo más tarde, dio negativo, la mujer fue tratada como una potencial fuente de contagio.
Al día siguiente, Warriner salió de la zona de pacientes con covid-19 en busca de algo de comer, y fue entonces cuando el personal de seguridad la vio en el vestíbulo, sentada con la mascarilla puesta a la altura del cuello. Los guardias se pusieron equipos de protección sanitaria y se acercaron a la paciente pidiéndole que se pusiera bien la mascarilla. Luego, tras una aparente negativa, la empujaron contra una pared y la sujetaron en el suelo hasta que quedó inconsciente.
Warriner nunca llegó a recuperar la conciencia y murió 16 días después, el 27 de mayo. Buena parte del incidente no quedó grabado, ya que uno de los guardias de seguridad giró la cámara a propósito, confesando luego ante la corte que lo hizo por pánico y repentina ansiedad.
El personal que usó fuerza contra Warriner no será procesado, ya que la causa en su contra fue anulada en noviembre del año pasado por falta de evidencias, y el juicio que debía comenzar en mayo fue retirado del sumario.
Los implicados, Amanda Rojas-Silva y Shane Hutley, contra quienes inicialmente presentaron cargos de homicidio y negligencia criminal por la muerte de Warriner, rechazaron las acusaciones. Insistieron en que únicamente emplearon la fuerza necesaria para agarrar a la paciente.
El caso en su contra fue anulado a pesar de las grabaciones de las cámaras de seguridad disponibles, testimonios de dos miembros del personal de seguridad, que declararon que Rojas-Silva y Hutley presionaron a Warriner con su peso en la parte superior del cuerpo mientras estaba boca abajo. El testimonio de un patólogo forense también concluyó que la paciente seguiría viva si no la hubieran sujetado aquel día.