La Corte Suprema de EE.UU. ha anunciado una revisión a la legalidad de un programa impulsado por el presidente Joe Biden para condonar parte de la deuda educativa que arrastran millones de estadounidenses, que viven en ansiedad e incertidumbre por la carga de los préstamos contraídos para financiar sus estudios universitarios.
Es el caso de Sierra Keat, una exestudiante universitaria que tuvo que pedir un crédito para poder financiar sus estudios y desde entonces acarrea una deuda de 20.000 dólares. Durante la pandemia perdió su empleo, por lo que se ha visto obligada a posponer los pagos.
La Administración Biden anunció en agosto de 2022 un plan para perdonar hasta 20.000 dólares por beneficiario en función de determinados requisitos. Sin embargo, una serie de demandas judiciales han bloqueado la decisión y deberá ser la Corte Suprema quien decida.
Hasta entonces, el Gobierno ha extendido una moratoria para los pagos, que se siguen acumulando.
Se calcula que más de 40 millones de estadounidenses mantienen deudas estudiantiles. De implementarse, el plan de Biden ayudaría a unos 20 millones de personas, lo que representa menos de la mitad.
Los préstamos son la forma más accesible
La estudiante universitaria Jane Jacobson lamenta que "los préstamos sean la única o la principal forma" de tener acceso a la educación superior. Aunque "hay quien recurre a subvenciones, becas, o ayudas familiares", para Jane los préstamos son la forma más accesible, a pesar de no ser una situación ideal, ya que "ejerce mucha presión innecesaria sobre los estudiantes el hecho de que también tengan que estar pensando en su situación financiera".
El 40 % de los estadounidenses que han ido a la universidad han tenido que endeudarse para poder pagar sus estudios.
Aunque hay hasta jubilados que después de su retiro siguen pagando su deuda estudiantil, son los prestatarios de entre 25 y 34 años los más endeudados: deben más de 500.000 millones dólares.
Estímulo para la actividad económica
Actualmente, obtener un título en el país norteamericano supone un sacrificio mucho mayor que hace una o dos generaciones. Solo en las últimas tres décadas, el coste medio de asistir a una universidad privada durante cuatro años se triplicó. En el caso de la educación pública, se duplicó.
Mark Kantrowitz, experto en ayuda financiera para estudiantes, dice que "el crecimiento de la deuda de préstamos estudiantiles ha sido gradual pero constante".
En cuanto al perfil de los deudores, los afroamericanos son quienes se ven obligados a solicitar más prestamos. Según un estudio, cuatro años después de graduarse, suelen tener de media más deudas que el resto.
Richelle Brooks, madre soltera con un doctorado y una deuda de 250.000 dólares, explica que "una de las formas de abrir camino" a las personas de las comunidades afroamericanas y a sus familias es recibir educación superior.
Algunos expertos y afectados creen que un perdón general de la deuda estudiantil supondría un estímulo para la actividad económica, además de impartir justicia social.
Sin embargo, otros opinan que moralmente estaría mal, porque daría a entender a los prestatarios que están libres de cualquier consecuencia derivada de sus decisiones económicas.