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Japón y el "nudo difícil de desatar" en el este de Asia

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Mientras Europa mira hacia adentro, a lo inmediato, Tokio pone sus miras en la posible "vinculación de Rusia y China en un solo conglomerado antidemocrático", ante el cual se necesitaría un "líder regional respetable" que encabece la reorientación de la OTAN hacia el Lejano Oriente. Lo evidente es que está emergiendo en el este de Asia "un nudo difícil de desatar", afirma el politólogo ruso Fiódor Lukiánov.
Japón y el "nudo difícil de desatar" en el este de Asia

Aunque los focos de atención mundial están puestos en el teatro de operaciones europeo, "algo muy interesante" está ocurriendo en Asia. Los cambios que están teniendo lugar en esa parte del mundo serían un "fuerte indicador" de cómo se está transformando la arena internacional, comenta Fiódor Lukiánov, editor jefe de la revista Russia in Global Affairs, presidente del Consejo ruso para la Política Exterior y de Defensa y director científico del Club Internacional de Debates Valdái.

De acuerdo con un artículo publicado por el experto este miércoles, el cambio más llamativo tendría que ver con la actitud de Japón. Este país era hasta ahora "reacio" a mostrar una actitud desafiante, "ya fuera en el plano militar o, incluso, en el uso de la presión económica", pero las cosas parecen estar cambiando.

Durante la gira que el primer ministro japonés, Fumio Kishida, acaba de completar por Estados Unidos y los principales países de Europa occidental, "contrariamente a la costumbre" no hubo otra cosa que "retórica militarista" en cada intervención. Kishida subrayó que la seguridad de Europa y la región del Indo-Pacífico están indisolublemente vinculadas y deben protegerse colectivamente.

Según Lukiánov, se está dibujando un nuevo mapa geopolítico. Y es que desde tiempos de la guerra fría, el sistema de seguridad en Asia estuvo centrado en EE.UU., pero no unificado, sino basado en "diferentes grupos o en relaciones bilaterales". EE.UU. ha sido el elemento fijo de este sistema, mientras que los demás han variado. Ahora, Tokio busca un compromiso mucho más amplio con el principal bloque occidental, la OTAN. No obstante, "algo está emergiendo, la transferencia a la gran Asia del principio de una alianza consolidada, además, con aliados europeos para quienes la región no representa amenazas de seguridad".

Lukiánov afirma que en el "corazón" de esta estrategia están la "lógica de Washington" y su visión de China como principal enemigo a largo plazo. La doctrina militar estadounidense es clara y se orienta en ese sentido. Así pues, la inevitable rivalidad estratégica de Pekín con algunos de sus vecinos abre la puerta para que EE.UU. pueda cimentar esta gran alianza.

Rusia, por otra parte, es vista como una amenaza grave, pero "de corta duración y transitoria". Hay un "discurso abierto" sobre como Ucrania podría ser un "campo de pruebas" para las armas estadounidenses y un ejemplo para China. Esto dejaría en evidencia cómo el país norteamericano estaría testeando diferentes cuestiones estratégicas con las que podría tener influencia sobre los acontecimientos futuros.

Según el analista, la unidad actual contra Rusia ha resuelto un problema que no pudo dilucidarse durante años, como es la falta de claridad de los objetivos del bloque.

Pero si "la amenaza china tiene prioridad", entonces plantea la cuestión de la utilidad de una organización poderosa con una base puramente euroatlántica. Un nuevo problema sería la falta de "interés" de los países europeos en una agenda "anti-china", ya que no ven a la gran nación asiática como una "amenaza directa". Por el contrario, para ellos la "cooperación económica con Pekín es muy beneficiosa".

Según Lukiánov, se necesitarían dos cosas para lograr implicar a los países europeos en esta gran alianza: en primer lugar, "la vinculación de Rusia y China en un solo conglomerado antidemocrático", donde culpar a uno de algo implicaría señalar inevitablemente al otro, y viceversa. En segundo lugar, se necesitaría un "líder regional respetable" que encabece la reorientación de la OTAN hacia el Lejano Oriente. Japón, en base a los últimos acontecimientos, parece que estaría dispuesto a asumir ese papel.

El renacimiento de Japón como un nuevo actor en el campo militar sale a la luz después de los últimos pasos dados por el gobierno nipón. El movimiento más relevante sería la adopción, el año pasado, de una nueva estrategia de seguridad nacional según la cual el país estaría dispuesto a aceptar responsabilidades militares mucho mayores que antes. Este cambio de estrategia de seguridad es considerado como "el más importante desde la Segunda Guerra Mundial".

En el documento, Japón hace una distinción entre la seguridad asiática y la europea. Así, por ejemplo, considera las acciones de Rusia como un "problema menor", mientras que China es calificada como una "inequívoca amenaza".

El experto concluye que las acciones de los líderes japoneses coinciden con los intereses de Estados Unidos, aunque "entre sus motivaciones hay un elemento de desconfianza hacia los norteamericanos". 

Está por verse si los europeos occidentales se "comprometen seriamente con los problemas de seguridad asiáticos". Lo que está claro es que está emergiendo en el este de Asia "un nudo difícil de desatar", sobre todo cuando se tienen en cuenta todas las complejidades que rodean a China, las recientemente revividas tensiones intercoreanas y los comentarios de Seúl sobre la "posibilidad de adquirir armas nucleares", concluye el experto.

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