EE.UU. admite que podría usar armas nucleares para defender a Corea del Sur

Sus declaraciones se dan después de que el líder norcoreano, Kim Jong-un, pidiera durante una reunión de su partido en diciembre el aumento "exponencial" del arsenal nuclear de su país y calificara a Seúl de enemigo "indudable".

El secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, ha declarado que Washington está dispuesto a utilizar armas nucleares para defender a Corea del Sur.

En una rueda de prensa conjunta con su homólogo surcoreano, Lee Jong-sup, el jefe del Pentágono destacó el "férreo" e "inquebrantable" compromiso de seguridad que EE.UU. tiene con Corea del Sur, después que surgieran dudas sobre el apoyo para su aliado asiático clave en medio de las tensiones con Pionyang.

"Eso incluye toda la gama de capacidades de defensa de Estados Unidos, incluidas nuestras capacidades convencionales, nucleares y de defensa antimisiles", dijo Lloyd. "Ahora tenemos 28.500 efectivos en Corea del Sur [...] Esto demuestra nuestro compromiso inquebrantable", añadió.

Sus declaraciones se dan después de que el líder norcoreano, Kim Jong-un, pidiera durante una reunión de su partido en diciembre el aumento "exponencial" del arsenal nuclear de su país y calificara a Seúl de enemigo "indudable".

Los jefes de Defensa de Estados Unidos y Corea del Sur mantuvieron este martes conversaciones bilaterales en la capital surcoreana. Las negociaciones se celebraron en un momento en que Washington trata de garantizar a Seúl su defensa a pesar de las preocupaciones sobre la seguridad nuclear mundial. Austin conversó con el ministro de Defensa surcoreano y tenía previsto reunirse con el presidente del país, Yoon Suk-yeol, antes de volver a EE.UU.

Ejercicios conjuntos entre Washington y Seúl

Austin y Lee se comprometieron a ampliar los ejercicios militares e impulsar la planificación de la disuasión nuclear para contrarrestar el desarrollo armamentístico de Corea del Norte y evitar un enfrentamiento abierto con el uso de las armas de destrucción masiva.

En una declaración conjunta, los jefes de Defensa afirmaron que habían acordado potenciar el intercambio de información y aumentar el "nivel y la escala" de las maniobras militares combinadas de este año, así como desplegar más medios estratégicos estadounidenses, como portaaviones y bombarderos, detalla Reuters.

Asimismo, Lee declaró que los dos países realizarán el próximo mes simulacros de una respuesta a un posible ataque nuclear norcoreano, como parte de las actividades y los mecanismos de disuasión en la península y en la región. Según Austin, dichos ejercicios ayudan a garantizar que los aliados tengan una visión común de su posible contraataque.

Pionyang, por su parte, aseveró que estos ejercicios conjuntos sirven de prueba de las intenciones hostiles de los aliados y optó por también demostrar su fuerza militar a través de simulacros.

En noviembre del año pasado, el secretario del Comité Central del Partido del Trabajo de Corea del Norte, Pak Jong-chon, declaró que "la decisión irresponsable" de Washington y Seúl de prolongar los ejercicios militares Vigilant Storm es "peligrosa" y que más tarde los aliados "se darán cuenta de que cometieron un tremendo error irreparable".

Visita de Stoltenberg a Seúl

Un día antes de las conversaciones entre Austin y Lee, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se reunió en Seúl con el presidente surcoreano para abordar las relaciones del país con la Alianza Atlántica, la estrategia del Indo-Pacífico y el programa nuclear norcoreano.

Stoltenberg destacó la "tarea extremadamente importante" que tiene la disuasión ampliada de EE.UU. en Corea del Sur en medio de las tensiones con Pionyang y subrayó que el bloque militar "seguirá siendo una alianza nuclear" mientras existan las armas nucleares.

Mientras tanto, el investigador de la Asociación para el Estudio de Política Internacional del país, Kim Tong Myong, declaró que la visita de Jens Stoltenberg a Corea del Sur y Japón, en el marco de su gira asiática, "trae las nubes oscuras de una 'nueva Guerra Fría'" a la región y la calificó como un "motivo de preocupación" por ser un "preludio de guerra" en Asia-Pacífico.