Tacones, pestañas postizas y trajes de baño: ayuda humanitaria que llega a Turquía sorprende y decepciona a voluntarios
Voluntarios encargados de clasificar ropa y zapatos entregados como ayuda humanitaria a Turquía para los damnificados de los terremotos han quedado sorprendidos y decepcionados con parte de las donaciones recibidas. Al mismo tiempo que expresan su gratitud por los gestos de solidaridad del mundo, afirman que se han topado con gran cantidad de cosas en pésimas condiciones, completamente inútiles y hasta malolientes, recoge el periódico Türkiye Gazetesi.
En la ciudad de Esmirna, en el extremo occidental del país, se ha dispuesto un centro de acopio donde muchas personas se han ofrecido a revisar y clasificar las toneladas de objetos enviados tras el desastre desde todas partes del mundo, que luego son empacados y distribuidos a las aéreas más afectadas. En un principio, Turquía enfatizó que fueran donados artículos en desuso, pero a medida que el número de víctimas aumentó, comenzaron a aceptarse ropa y zapatos no muy usados, pero limpios.
Depremzedeler yollanan eşyalar pes dedirtti! Resmen utanç tablosu, gönüllüler sitem etti: Poşetlerden koku yayılıyor, ayıptırhttps://t.co/8cqaJDB8qjpic.twitter.com/iDzHgPohAA
— Türkiye Gazetesi (@turkiyegazetesi) February 10, 2023
Sin embargo, los voluntarios se han encontrado con cosas como vestidos de gala, ropa de verano o zapatos de tacón, que muchas veces están en muy mal estado. De acuerdo con Azra Ceren Capak, que participa en las labores, les han enviado batas de baño y calcetines "sucios", tacones altos, pestañas postizas y "todas las tonterías que se le ocurran".
"Cuando abrimos algunas bolsas, un olor se esparce porque hay quienes mandan productos sin lavar y ropa gastada y rota. Esto no tiene sentido", afirma Azra, que cuenta que muchas de esas cosas tiene que tirarlas. Esta situación hace que pierdan tiempo y que se desgasten psicológicamente, lamenta.
Otra voluntaria, Rona Yaz Nacak, señala que la ayuda humanitaria que llega está llena de artículos no esenciales como vestidos de baño, ropa de encaje, zapatos finos y accesorios que ella confiesa no saber qué son. "Es una vergüenza hacer esto, es un pecado", dice.