Ante el incremento del consumo de opioides como el fentanilo en la frontera norte de México, dada la cercanía con EE.UU. donde se tienen registros alarmantes en el uso de dichas sustancias, la organización Integración Social Verter A.C. se ha dado a la tarea de ayudar a los consumidores bajo la filosofía de reducción de riesgos, para lo cual, entre otras acciones, abrieron hace cuatro años el primer lugar de consumo seguro en América Latina, llamado 'La Sala'.
"En el mundo y ante esta crisis de opioides y del fentanilo lo más importante es evitar una muerte por sobredosis", dice Lourdes Angulo, directora de la asociación civil ubicada en la ciudad de Mexicali (Baja California), cuya sede está a solo 20 minutos caminando de Calexico (California, EE.UU.).
En entrevista con RT, Angulo explica la importancia de que espacios supervisados como el de Verter A.C. pueden atender inmediatamente a un usuario de drogas en caso de que ocurra un consumo excesivo de sustancias.
En 'La Sala' se proporciona a los solicitantes equipo estéril como agujas y jeringas para garantizarles una inyección limpia y segura. Se trata de "dignificar el consumo", señala la directora, tomando en cuenta que trabajan con poblaciones altamente vulnerables, en muchos casos en situación de calle y en lugares muy precarizados.
Al proveer material nuevo se busca evitar infecciones por usar agujas contaminadas, como el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) o hepatitis C, ya que en el caso de esta última enfermedad, en Verter A. C. tienen registrada una prevalencia de 90 % de contagios por el hecho de compartir jeringas.
En un principio, narra Angulo, este espacio fue pensado solo para mujeres, ya que además de ser una parte muy importante de la población con la que trabajan en la organización, frecuentemente ellas son más "vulnerabilizadas o estigmatizadas".
No obstante, actualmente el espacio también abre sus puertas para hombres que lo solicitan con la condición de que no esté siendo usado por ninguna mujer, como medida de prevención y para asegurar que se trate de un "espacio libre de violencia" y evitar cualquier tipo de abuso hacia ellas.
En 'La Sala' también se cuenta con naloxona, un medicamento que revierte rápidamente una sobredosis de opioides, del cual han tenido que abastecerse con sus propios recursos o con donaciones de colectivos internacionales, aclara Lourdes Angulo, ya que en México es un fármaco controlado.
Para suministrar la naloxona cuentan con personal que en el mismo grupo ha sido capacitado para ello.
"Si aplicas la naloxona difícilmente la persona no va a lograr sobrevivir (de una sobredosis), aquí el problema es cuando no se llega a tiempo o no se tienen los insumos necesarios para poder atenderla", subraya la activista.
"En los dos últimos años hemos atendido arriba de 1.000 casos (por uso excesivo de opioides). De estos, desafortunadamente estaríamos hablando de unas 10 muertes", refiere, a la vez que lamenta que, aunque las sobredosis por uso de drogas siempre han ocurrido, "ahora con la entrada del fentanilo han aumentado", y con ello el riesgo de que se multipliquen los fallecimientos.
En este sentido, Angulo comenta que en Verter A.C. siempre han buscado promover que se reporten estas muertes como sobredosis; sin embargo, en México se ha vuelto un problema contar con datos oficiales porque los fallecimientos por sobredosis son registrados como consecuencia de diversos padecimientos, incluyendo insuficiencia respiratoria.
La experiencia de Verter A.C. dice que, si hay una muerte por sobredosis de opioides, es muy probable que sea por fentanilo.
Como ejemplo menciona que en Mexicali el clima es muy extremo en verano, por lo que es muy común que las autoridades atribuyan los fallecimientos de personas en situación de calle como consecuencia de las altas temperaturas. "Cualquier muerte de una persona vulnerable lo reportan como golpe de calor y no se investiga más a fondo", explica la especialista, cuando existe la probabilidad de que esos decesos ocurrieran por el abuso de sustancias.
La experiencia de Verter A.C. dice que, si hay una muerte por sobredosis de opioides, es muy probable que sea por fentanilo.
El rechazo a 'La Sala'
En México no fue una labor sencilla abrir 'La Sala', pues como lo cuenta Lourdes Angulo, "al principio nos cerraron el centro comunitario [de Verter A.C.]", por lo que tuvieron que recurrir a una serie de negociaciones, empezando con la población local e incluso con instancias como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) para que los dejaran operar.
La labor de la asociación principalmente se ha enfocado en reducir el estigma y sensibilizar a las personas, no solo a los usuarios, sobre el consumo de sustancias para que lo vean con una "perspectiva de derechos humanos" y como un tema de salud.
"Las personas que consumen lo van a seguir haciendo aún con las campañas [que transmiten el mensaje] de que las drogas son malas y matan, ya que sus efectos son placenteros". Por ello, considera la directora, lo mejor es hablar desde el derecho de los usuarios y ver cómo se pueden reducir los riesgos asociados al consumo.
Uno de sus siguientes pasos es que este tipo de lugares sean regulados a nivel nacional, como parte de las acciones que se encuentran en la Norma 028 que aborda el tema de las adicciones por el consumo de sustancias e incluye las acciones de reducción de daños.
De acuerdo con datos de la entrevistada, en el mundo hay más de 100 de salas de consumo seguro y Canadá es uno de los países que tienen más centros de este tipo a raíz de la crisis de fentanilo en Norteamérica.
Reducción de riesgos y daños
En Verter tienen más de 10 años trabajando con una metodología de reducción de riesgos, cuyos principales objetivos apuntan a preservar la salud y la vida, pero también a que se reconozca el derecho al consumo de sustancias psicoactivas, para lo cual sus principales herramientas son la información y el acompañamiento.
"Tenemos un programa de análisis de sustancias que se centra en la detección de fentanilo, lo hacemos a través de unas tiras rápidas", explica Angulo, de manera que las personas que acuden a sus servicios sepan exactamente qué están consumiendo: "para que con base en ello puedan tomar decisiones sobre su salud".
Lamentablemente, a decir de la especialista, este tipo de programas de reducción de daños solo lo realizan tres organizaciones en México.
Verter A.C. comenzó a hacer las primeras detecciones de fentanilo en 2019. Para 2020, de 10 pruebas realizadas, cuatro salían positivas a fentanilo.
"Hoy en día, de los opioides que se analizan, 100 % son reactivos a fentanilo", advierte Angulo.
Según los datos de la asociación, el fentanilo que se está consumiendo principalmente en las ciudades mexicanas que son fronterizas con EE.UU. —en estados como Baja California, Sonora y Chihuahua— está llegando de la misma forma que como se encuentra en el país vecino del norte, es decir, mezclado con opioides, sobre todo con heroína, o se distribuye en pastillas azules llamadas M30.
Servicios médicos
Por otro lado, personal de Verter A.C. trabaja con los consumidores de sustancias para hacerles ver su derecho a la salud y que "sepan cómo exigirlo", dice Angulo. "Porque la criminalización de estas personas genera una violación a sus derechos", de manera que tienen poco o nulo acceso a servicios médicos.
Entonces, si alguien de este sector de la población requiere de algún tipo de servicio médico, se les acompaña en el proceso desde ir a solicitarlo, para que no se les niegue, y posteriormente ofrecen un seguimiento hasta que concluya el tratamiento.
Adicionalmente ofrecen servicios de servicios de salud sexual y reproductiva, desde la prevención hasta la detección.
De medicina a una potente droga
El fentanilo fue desarrollado en 1959 y se introdujo en la década de los años 60 como anestésico intravenoso.
Con receta médica se puede utilizar para tratamientos de personas con dolores intensos. Se administra en forma inyectable, de un parche que se coloca sobre la piel o en forma de pastillas que el paciente disuelve en la boca.
Al ser un potente analgésico y anestésico de la familia de los opiáceos, con un efecto 50 veces más poderoso que la heroína y 100 más que la morfina, los productos farmacéuticos que lo contienen son desviados al mercado negro por medio del robo, recetas fraudulentas y distribución ilícita que realizan pacientes y personal de salud.
De ahí surge el fentanilo fabricado ilícitamente, el cual se añade a otras drogas y debido a su extrema potencia, estas se vuelvan más baratas, más potentes, más adictivas y más peligrosas.
De acuerdo con una publicación de la gaceta de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en las calles al fentanilo se le encuentra con nombres como 'Apache', 'China Gril', 'China Town', 'Dance Fever', 'Friend', 'Goodfellas', 'Great Bear', 'He-Man', entre otros.
Estudios afirman que cuando el consumo de opioides se vuelve frecuente, el cerebro se adapta a la droga y su sensibilidad disminuye, lo que hace que resulte difícil sentir placer con otra sustancia.
Cuando una persona ya es consumidora frecuente los efectos del fentanilo incluyen felicidad extrema, aletargamiento, náuseas, confusión, estreñimiento, sedación, problemas para respirar, pérdida del conocimiento.
Y en una sobredosis la respiración se puede hacer muy lenta o detenerse por completo, lo que reduce la cantidad de oxígeno que llega al cerebro y puede llevar a un estado de coma, causando daños permanentes en el cerebro, o la muerte.
Los jóvenes consumen más drogas
Según el Informe Mundial sobre las Drogas 2022, de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, en inglés), alrededor de 284 millones de personas de entre 15 y 64 años consumieron drogas en todo el mundo en 2020, lo que supone un aumento del 26 % respecto a la década anterior.
Son las personas jóvenes quienes están consumiendo más drogas. En África y América Latina, las personas menores de 35 años representan la mayoría de quienes reciben tratamiento por trastornos relacionados con el consumo de drogas.
A nivel global, 11,2 millones de personas se inyectan drogas; alrededor de la mitad vive con hepatitis C, 1,4 millones con VIH, y 1,2 millones, con ambos.
En EE.UU. se han registrado más de 107.000 muertes por sobredosis debido a la epidemia del uso no médico del fentanilo en 2021, frente a unas 92.000 en 2020.
Tráfico de fentanilo
Hay quienes afirman que el fentanilo está redefiniendo la geografía y la geopolítica del tráfico global de drogas.
Los cárteles mexicanos han expandido su control en algunos puertos estratégicos y han diversificado sus fuentes globales de suministro, de acuerdo con lo que reportan la Administración para el Control de Drogas estadounidense (DEA) y la Agencia de Investigación Criminal mexicana.
Los precursores químicos de fentanilo provienen de China, Singapur, y la India, los cuales se introducen en carga legal por los puertos del Pacífico mexicano: Manzanillo (Colima) y Lázaro Cárdenas (Michoacán).
El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa serían los principales distribuidores de fentanilo ilegal en México.
De acuerdo con información de medios nacionales, en mayo de 2013 se registró el primer decomiso de fentanilo en México, en Baja California Sur. A partir de ahí, la presencia de la droga ha tenido un alza de 500 % entre 2015 y 2022.
Cifras de la Secretaría de la Defensa Nacional arrojan que de agosto de 2015 a julio de 2022 se decomisaron 2.479 kilos de fentanilo, más de 10 millones de pastillas y casi 3.817 ampolletas con fentanilo líquido.
El triángulo de producción y trasiego de fentanilo en México lo conforman los estados de Sinaloa, Baja California y Sonora. Justamente donde operan principalmente los Cárteles de Sinaloa, de los Arellano Félix y el CJNG.
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