La Cámara Baja de la Dieta Nacional de Japón (Cámara de Representantes) votó este martes un presupuesto militar que asigna un récord de 50.000 millones de dólares para defensa en el año fiscal 2023, según AP.
Este año es el primero de un ambicioso programa de desarrollo de defensa durante un lustro adoptado a fines del año pasado por el Gobierno del primer ministro Fumio Kishida y contempla el gasto de unos 315.000 millones de dólares, lo que supone un aumento de más del 50 % del actual plan de cinco años, indica la agencia local Kyodo.
El presupuesto estatal total, de unos 836.000 millones de dólares, está a la espera de ser aprobado por la Cámara Alta de la Dieta (Cámara de Consejeros).
Según la agencia, el presupuesto prevé 1.550 millones de dólares para la compra a Estados Unidos de misiles de crucero Tomahawk con un alcance de hasta 1.600 kilómetros. Otros 830 millones se destinarán en software y hardware para lanzar estos misiles, así como a transferencia de tecnología y capacitación del personal.
La nueva estrategia militar incluye el desarrollo de una "capacidad de contraataque" para adelantarse a los ataques enemigos, un cambio controvertido, debido al compromiso asumido por Japón después de su derrota en la Segunda Guerra Mundial de retener solo las capacidades defensivas.
El aumento del gasto en defensa hace que el presupuesto militar de Tokio se acerque al estándar de la OTAN, señala AP.
En 2024, Japón planea aumentar los impuestos corporativos sobre los beneficios y sobre el tabaco para financiar el presupuesto militar.
Si se implementa este plan, el gasto anual en defensa alcanzará los 73.000 millones de dólares y Japón se convertirá en el tercer país del mundo, después de Estados Unidos y China, en términos de presupuesto militar.
Mientras, medios japoneses recuerdan que la situación financiera en Japón es la peor entre los países desarrollados y que el monto de la deuda es más del doble del tamaño de la economía japonesa.
La oposición también criticó los planes de brusco fortalecimiento militar anunciados por el primer ministro Kishida, a quien acusan de desatender el problema de la despoblación. Por su parte, Kishida calificó el descenso y el envejecimientos de la población de crisis nacional y prometió presentar un conjunto de contramedidas en los próximos meses.