Expertos neerlandeses siguen investigando el misterio que rodea a la propietaria de un vestido que permaneció casi cuatro siglos en el interior de un barco hundido cerca de la isla de Texel, a más de 100 kilómetros de Amsterdam.
El barco mercante naufragó alrededor de 1650 y fue casi olvidado, hasta que un equipo de buzos descubrió los restos en 2014, encontrando allí un traje de seda en buen estado. Entre los objetos rescatados también se encuentra un vestido plateado; portadas de libros, uno de los cuales los investigadores creen que podría vincular el hallazgo con la dinastía Stuart; y lo que parecían ser artículos de tocador femeninos del siglo XVII.
Los artículos hallados en la embarcación ahora están exhibidos en el museo Kaap Skil en Texel. El equipo de investigadores todavía no ha podido descubrir ni el nombre de la nave ni la identidad de las personas que viajaban en ella, indica The New York Times.
"La idea de que este vestido estuvo en el fondo del mar durante siglos es una locura", expresó Corina Hordijk, directora artística de Kaap Skil y de otros tres museos de la isla de unos 14.000 habitantes. "La última persona que lo tocó antes de esto probablemente fue la persona que lo usó", dijo.
Ambos vestidos tenían unos 30 años cuando se hundieron con el barco. La prenda de seda tenía una cintura más ancha y probablemente era para una mujer mayor, suponen los investigadores. Mientras que el vestido plateado pudo haber sido de novia, lo que podría significar que tenían dueñas diferentes.
"Estos trajes eran increíblemente caros", sostuvo Arnold van Bruggen, director de un próximo documental sobre el descubrimiento, al suponer que habrían pertenecido a mujeres de "una corte real".
De momento se consideran tres hipótesis sobre el origen de los objetos. La primera versión supone que el vestido perteneciera a una compañía teatral que huía de Inglaterra.
La segunda se basa en una investigación de un historiador de la Universidad de Oxford, que dice que la ropa, así como los demás artículos, pertenecían a la difunta esposa de un embajador y eran transportados a Inglaterra desde Constantinopla.
La tercera posibilidad es que los objetos pertenecieran a una familia rica de Europa del Este que escapaba de la Guerra de los Treinta Años.
Aunque se espera que continúen las investigaciones sobre el naufragio, Thijs Coenen, un arqueólogo marítimo de la Agencia de Patrimonio Cultural de los Países Bajos, explicó que tales expediciones requieren mucho tiempo y dinero.