Hasta 200.000 personas salieron este jueves a las calles de Jerusalén que rodean la Knéset (Parlamento) para mostrar su apoyo a la controvertida reforma judicial del Gobierno ultraconservador del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, recoge The Times of Israel.
La movilización, bautizada por los organizadores como 'Marcha del Millón', transcurrió sin enfrentamientos con la Policía y representó la mayor demostración de respaldo al Ejecutivo, que, desde el pasado mes de enero, afronta en todo el país protestas a gran escala de los detractores de la iniciativa, que reclaman su completa derogación.
El canal local Channel 12 reportó que unos 1.000 autobuses fueron movilizados en todo el país para llevar a los participantes a la marcha. Según el medio, el Likud, el partido de Netanyahyu, y el Partido Sionista Religioso, de extrema derecha, habrían desembolsado cientos de miles de shekels para organizar el evento.
The Times of Israel apunta que muchos de los manifestantes llegaron desde asentamientos judíos en Cisjordania. Asimismo, se destacó la presencia de jóvenes de inclinación religiosa con un "porcentaje significativo" de adolescentes. Muchos de los congregados enarbolaban la bandera nacional de Israel, que en los últimos meses ha pasado a formar parte del 'kit' de quienes rechazan la reforma.
Con la marcha de este jueves, los organizadores buscan demostrar que los simpatizantes representan la opinión mayoritaria sobre la cuestión y que apoyo a la iniciativa judicial vendría a ser la expresión de la victoria de la coalición liderada por Netanyahu.
"Estoy profundamente conmovido por el asombroso apoyo del bando nacional que esta tarde ha subido en masa a Jerusalén. Todos nosotros, 64 escaños de la Knéset que dieron la victoria, somos ciudadanos de primera clase", tuiteó el primer ministro, en referencia a que muchos de sus simpatizantes empezaron llamarse a sí mismos "ciudadanos de segunda clase", argumentando que sus votos tienen menos importancia que los de quienes protestan contra la reforma.
"La gente exige la reforma judicial"
En su mensaje a los congregados, el ministro de Justicia, Yariv Levin, proclamó que "la gente exige la reforma judicial". "La nación votó por una reforma judicial. Aquí en esta escena están los 64 escaños de la Knéset para corregir la injusticia. No más desigualdad, no más sistema judicial unilateral, no más tribunales con jueces están por encima de la Knéset y del Gobierno", remarcó en medio de música y cánticos entonados por los manifestantes.
Asimismo, tachó de "mentira" la advertencia de quienes afirman que Israel se convertiría en "una dictadura" si se aprueba la reforma. "Muéstreme una democracia en la que los asesores jurídicos tomen las decisiones en lugar del Gobierno", aseveró, en referencia a una parte de la propuesta que permitiría a los ministros nombrar y destituir a sus asesores legales.
Otros ponentes se expresaron a favor de seguir adelante con las negociaciones sobre la reforma con los sectores de la oposición. El diálogo arrancó después de que en marzo Netanyahu decidiera aplazar la aprobación de la iniciativa hasta finales de julio. Sin embargo, muchos oradores reafirmaron su compromiso con el plan inicial y se mostraron en contra de que el primer ministro haga concesiones.
"Profunda vergüenza y tristeza"
Antes del mitin, se difundió un video en el que manifestantes caminan sobre una enorme pancarta con los rostros del jefe de la Corte Suprema, del fiscal general y de exdirigentes judiciales. No está claro si se trató de un acto deliberado o si la pancarta fue colocado momentáneamente colocada en el suelo y luego levantada por activistas.
En cualquier caso, el episodio causó indignación entre los que critican la reforma. El líder de la oposición, Yair Lapid, dijo haber sentido "profunda vergüenza y tristeza". "Esto es [también] lo que sintieron todos los israelíes que forman parte de la mayoría sensata cuando los manifestantes pisaron las fotos de los jueces del Tribunal Supremo", indicó.
- El proyecto de reforma contempla otorgar al Gobierno una influencia decisiva en la selección de jueces y limita el alcance de la Corte Suprema para derogar leyes o fallar en contra del Ejecutivo.
- Los críticos consideran que la reforma debilitaría, en gran medida, la independencia judicial, dado que Israel no tiene Constitución, sino únicamente una comisión del Parlamento controlada por la coalición.