El Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB, por sus siglas en ruso) ha publicado documentos desclasificados de los archivos de tiempos de la Segunda Guerra Mundial en los que las autoridades soviéticas recopilaron evidencias y testimonios de las atrocidades cometidas por los nazis contra la población civil de la región de Donetsk.
Tras irrumpir en la ciudad de Artiómovsk el 31 de octubre de 1941, los alemanes se pusieron a asaltar cada vivienda de los residentes locales llevándose sus pertenencias, desde alimentos y jabón hasta vestidos de mujer, zapatos, calcetines de niños y juguetes, recoge uno de los documentos.
Apenas dos semanas después, el 15 de noviembre, el entonces alcalde, F. Glavni, renombró la ciudad, que pasó a llamarse Bajmut. Entre las normas que se establecieron para la población estaba la prohibición de salir de la ciudad, cuyo incumplimiento se castigaba con el fusilamiento. También se decretó la "entrega inmediata" de la ropa de invierno "para el ejército alemán".
"Para los 'ciudadanos poco fiables', los alemanes crearon en la ciudad cinco campamentos en los que retenían simultáneamente a hasta 3.000 personas. Después de interrogatorios por parte de la policía secreta, muchos fueron fusilados, mientras que el resto tuvo que participar en trabajos forzosos, independientemente de su estado de salud y edad", escribe el FSB.
Explotación sexual de mujeres
Las mujeres jóvenes de 17 a 25 años fueron obligadas a entregarse a los soldados y comandantes alemanes en los burdeles de la ciudad bajo amenaza de fusilamiento o muerte por hambre, lo que causó la propagación del sífilis y la gonorrea. A falta de medicamentos, las mujeres infectadas no podían recibir tratamiento alguno y desaparecían sin dejar rastro, sustituidas por nuevas víctimas.
Fusilamientos y torturas
El 15 de enero de 1942, el comandante alemán de la ciudad ordenó que los residentes locales les entregaran 60 kilos de granos por persona, norma que muchos no podían cumplir, por lo que enfrentaban muerte por fusilamiento. Según el relato de dos testigos, una mujer embarazada fue fusilada junto con sus tres hijos pequeños por ir a su propio huerto a escondidas sin pedir permiso a los alemanes, que cobraban por este 25 huevos, soborno que no todos se podían permitir.
Entre los que sobrevivieron a las torturas de los nazis estaba el adolescente de 15 años Anatoli Naryzhny. Sospechoso de ayudar a los guerrilleros por darle una remolacha a un prisionero de guerra que era llevado por las calles, el menor fue golpeado con látigos, lanzado a un perro y obligado a cavar su propia tumba. Lo trataron de quemar vivo en un espacio cerrado, pero logró escapar al cuarto día y reunirse en el campo con su abuelo, que era guerrillero. Ambos se escondieron hasta la llegada del Ejército Rojo.
El destino de los judíos
Bajo la ocupación nazi, todos los judíos que vivían en Artiómovsk debían registrarse en la comandancia y llevar trozos de tela blanca en el brazo izquierdo, mientras que los varones fueron enviados a realizar duros trabajos forzosos.
El 9 de enero de 1942, con el pretexto del "registro" de la población judía, los nazis reunieron a 3.000 civiles, a los que retuvieron en sótanos sin comida ni agua, y los asfixiaron con gas y envenenaron a los niños poniéndoles una sustancia en el labio superior.
Devastación y muerte
Ante los avances del Ejército Rojo, días antes de la liberación de la ciudad, los nazis y sus colaboradores ordenaron a toda la población abandonar Artiómovsk y dirigirse hacia el oeste, bajo la amenaza de ser fusilados.
"Los enemigos no tuvieron piedad ni siquiera de los enfermos y heridos", relata uno de los documentos publicados. "Junto con el edificio del 2.º hospital soviético quemaron a los enfermos y heridos que se quedaron allí. No había ni una sola calle en la ciudad que no estuviera ardiendo en llamas".
Los fascistas fueron expulsados de la ciudad en las primeras horas del 5 de septiembre de 1943. Tras 22 meses de ocupación nazi, Artiómovsk apenas contaba con entre 20.000 y 25.000 residentes, en comparación con las 55.000 personas que vivían allí antes de la llegada de los alemanes, que destruyeron 1.272 edificios residenciales en la urbe.