El Paso es una de las ciudades de Texas (EE.UU.) que declararon el estado de emergencia para obtener más recursos, ante los temores de un aumento de la migración por el fin de la norma Título 42 y la entrada del denominado Título 8, con el que se revisan los casos de asilo, pero con nuevas restricciones.
A pesar de las dificultades, la comunidad de la frontera se ha mostrado comprensiva con la situación de los migrantes y las causas que les empujan a llegar hasta ahí. El Centro de Oportunidades para Personas sin Hogar es uno de los sitios de El Paso donde los migrantes que han cruzado la frontera encuentran refugio y servicios básicos. Abierto hace 30 años como un albergue para los sintecho, desde hace dos acoge a la comunidad migrante debido al aumento de esta. En solo cinco meses han pasado unos 8.800 de ellos y, según sus directivos, ya se encuentra el límite.
"Siempre hemos visto personas que han venido a nosotros en este momento, pero nunca a los números que estamos viendo hoy día. Y con toda honestidad, con lo que vimos en las últimas semanas, eso supera con creces cualquier preocupación que tuviéramos en la segunda mitad de 2022. Entonces, sí, es preocupante. Nunca hemos visto algo así", afirma su subdirector, John Martin.
A unas calles de allí, el ir y venir de migrantes es constante. El pastor Timoteo Perea, de la iglesia del Sagrado Corazón, y sus voluntarios reparten comida y botellas de agua. Las autoridades instalaron urinarios portátiles y fuentes en ese punto para que quien quiera pueda asearse. Esta comunidad religiosa está siendo la zona cero para los inmigrantes que buscan ayuda. En el momento de mayor afluencia, en las últimas semanas, llegaron a atender hasta a 2.000 personas en un solo día, y muchas han tenido que vivir a la intemperie.
"Como iglesia tenemos el corazón de apoyar, especialmente esta comunidad que está esperando una mejor vida. Yo siempre les he dicho: 'Ya has cruzado entre siete u ocho naciones, ya estás aquí. Nos corresponde apoyarte en lo que necesites'", asegura Perea.
Desde el Departamento de Bomberos confían en que las medidas implementadas por las autoridades migratorias supongan un alivio de la presión migratoria. Sin embargo, los habitantes de la comunidad fronteriza están preocupados porque la necesidad acabe por ser mayor a la ayuda que pueden brindarles a los forasteros.