El empresario tecnológico Bryan Johnson, que dedica dos millones de dólares al año a su pretensión de ralentizar o revertir el proceso de envejecimiento de sus órganos, ha comenzado a recibir transfusiones de sangre de su hijo adolescente, al tiempo que dona de la suya a su padre, recoge Bloomberg.
El magnate, de 45 años, acudió a principios de abril a la clínica Resurgence Wellness, un spa médico de aspecto futurista en un suburbio de Dallas (EE.UU.), junto con su hijo Talmage, de 17 años, y su padre, Richard, de 70, para participar en el intercambio de sangre intergeneracional.
Según el medio, el procedimiento comienza por extraer un litro de sangre de Talmage, que es convertida en un lote de plasma líquido y luego de glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. Después Bryan se somete al mismo proceso y, en un paso adicional, recibe en sus propias venas el plasma de su hijo. Finalmente, Richard recibe el plasma de Bryan, tras hacer sitio para los fluidos drenando su propia sangre.
No es la primera vez que Johnson recibe una transfusión de sangre 'joven', ya que durante meses ha realizado el procedimiento con la sangre de un donante anónimo, cuyo perfil fue seleccionado minuciosamente según el índice de masa corporal, el tipo de sangre, dieta y registro general de salud.
Todo ello es parte de su iniciativa antienvejecimiento, llamada Project Blueprint, con el objetivo de revertir el proceso de envejecimiento y hacer volver sus órganos al estado en el que se encontraban cuando tenía 18 años. El esfuerzo en curso le cuesta alrededor de dos millones de dólares por año, puesto que emplea a un equipo de 30 médicos y especialistas para asesorarlo sobre cómo recuperar su físico de adolescencia tardía.
"Primero comenzamos con la evidencia"
Si bien el uso de plasma como terapia de rejuvenecimiento ha llamado la atención desde que experimentos realizados con ratones mostraran beneficios potenciales, los expertos han expresado serias dudas sobre esa práctica, e incluso algunos investigadores advierten contra las transfusiones electivas en personas sanas.
"No hemos aprendido lo suficiente como para sugerir que este sea un tratamiento humano viable para nada", dijo a Bloomberg Charles Brenner, bioquímico del Centro Médico Nacional City of Hope de Los Ángeles. "Para mí, es asqueroso, sin pruebas y relativamente peligroso".
Por su parte, el equipo médico de Johnson aprobó la práctica como un posible tratamiento para el deterioro cognitivo, y tal vez para evitar la enfermedad de Parkinson y el Alzheimer.
"Primero comenzamos con la evidencia", dijo Johnson, que espera compartir eventualmente los resultados con el público. "No hacemos nada basado en sentimientos", resaltó.