Un informe reciente de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) ha revelado que el 90 % de la ropa usada y los desechos textiles de los países miembros de la Unión Europea se exportan a África y Asia. Estos residuos se han convertido en la cuarta fuente de presión más importante sobre el medioambiente y el cambio climático derivada del consumo europeo, recoge Africanews.
Tras exponer esta tendencia, la AEMA pide una mayor responsabilidad dentro del comercio textil mundial, pues afirma que la práctica de fabricar ropa de bajo costo en los países de menores ingresos y luego regresar los artículos de segunda mano —algo rentable para las empresas—, deja consecuencias ambientales alarmantes.
La UE genera aproximadamente 5,8 millones de toneladas de residuos textiles al año, de las cuales solo una cuarta parte se recicla, debido a la limitación de capacidades para hacerlo. La mayoría se envía, en algunos casos como donación, a África y Asia, donde la ropa de segunda mano encuentra una gran demanda.
Mientras tanto, desde el organismo señalan que "la percepción de las donaciones de ropa usada como obsequios generosos a las personas necesitadas no coincide completamente con la realidad". Además, explican que "la ropa usada es cada vez más parte de una cadena de valor de mercancías global, especializada y comercializada".
Según la agencia, la cantidad de textiles de segunda mano exportados desde la UE se ha triplicado en dos décadas, de poco más de 550.000 toneladas en el año 2000 a casi 1,7 millones de toneladas en 2019. África era el principal continente receptor de textiles usados de la UE, importando más del 60 % de todo el volumen de exportación comunitario. Este porcentaje se redujo al 46 % en 2019, pero se mantuvo en la primera línea entre los destinos de envío.
Alemania, Polonia y los Países Bajos son los principales exportadores, que, de acuerdo con el informe, "parecen haber actuado como centros de importación y exportación de textiles usados" de todo el bloque.
Las preocupaciones también radican en las maneras de deshacerse de las prendas que se consideran inadecuadas para su reutilización: terminan en vertederos abiertos y flujos de residuos informales. Al respecto, la AEMA asegura que la gestión inadecuada de los desechos textiles propicia la emisión de gases de efecto invernadero, el agotamiento de los recursos no renovables y la liberación de microplásticos al medioambiente.