Aumenta a más de 300 el número de víctimas del culto en Kenia en el que los fieles rechazaron comer para ir al cielo

Los equipos de búsqueda de sobrevivientes y víctimas de un culto religioso de Kenia encontraron este martes 19 cadáveres más en el bosque de Shakahola, en el sureste del país, aumentando el número de muertos a 303 entre los integrantes de una secta cristiana radical, informó Reuters.

El hallazgo se produjo tras la ampliación de la búsqueda a una zona más extensa la semana pasada. La comisionada regional Rhoda Onyancha agregó que más de 600 personas siguen desaparecidas, lo que puede elevar aún más el número de víctimas.

Mientras tanto, 65 seguidores del culto rescatados de la propiedad del líder de la Iglesia Internacional de las Buenas Nuevas, Paul Mackenzie –acusado de ordenar a sus seguidores que renunciaran por completo a la comida y así esperar a morir, además de pedirles que matasen a sus hijos– este lunes fueron acusados de mantener una actitud suicida al negarse a comer, entre el 6 y el 10 de junio, durante su estancia en un centro de rescate. La Fiscalía solicitó trasladar a los rescatados a la cárcel, donde se les hará una evaluación mental y médica y se les obligará a comer.

Estrangulamiento, hambre y traumas craneales: exponen la macabra forma en que murieron miembros de un culto de inanición en Kenia

La historia del culto salió a la luz cuando a finales de marzo dos niños fueron encontrados muertos, asfixiados por sus padres y después de haber sido privados de comida. La Policía vinculó el crimen a Mackenzie y lo detuvo por incitar a los padres de los niños a hacerlo. Inicialmente fue puesto en libertad bajo una fianza de 700 dólares, pero volvió a ser detenido el 15 de abril tras descubrirse los cadáveres de cuatro de sus seguidores.

Algunas víctimas del culto de inanición, especialmente niños, mujeres y ancianos, fueron obligadas por la fuerza a morir de hambre o asfixiadas por otros miembros de la secta para acelerar su muerte.

También hay indicios de que Mackenzie y un grupo de cómplices se beneficiaron económica y materialmente de estos trágicos actos. Anteriormente, se había informado que los seguidores del culto iban voluntariamente al bosque, donde se les privaba de comida y agua hasta que acababan falleciendo, mientras que los cómplices del pastor enterraban los cadáveres a cambio de dinero que las propias víctimas pagaban por adelantado.