El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, pidió este jueves "racionalidad" al poderoso sector del agronegocio de su país, con miras a la conclusión del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), estancado por las exigencias ambientales europeas.
"El parlamento francés dijo que no votará el acuerdo Mercosur-Unión Europea por la cantidad de veneno que se usa en los productos agrícolas brasileños. Por eso es importante tener en cuenta que ser racional, cuidar la agricultura de buena calidad, es una necesidad competitiva de Brasil para China y Francia, para EE.UU. y Alemania", dijo en una entrevista con radios locales.
La UE y Mercosur firmaron el acuerdo en 2019, pero en la fase de ratificación algunos países se negaron hasta que el gobierno del entonces presidente ultraderechista Jair Bolsonaro se comprometiera a adoptar una serie de medidas ambientales, especialmente el control de la deforestación.
El líder del Partido de los Trabajadores (PT) afirmó que todo agricultor "inteligente" conoce el valor de la preservación ambiental para las exportaciones brasileñas.
"El productor rural, esa persona seria, esa persona que vive de la producción y la exportación, sabe que será perjudicial para su negocio si nos excedemos en incendios, entramos en tierras a las que no podemos entrar, contaminamos ríos que no podemos contaminar", dijo el mandatario.
El tono de estas declaraciones es distinto al que usó en la visita el lunes a Brasilia de la presidente de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, a quien le reprochó el protocolo adicional propuesto por el bloque comunitario para desbloquear el acuerdo.
Ese anexo sugiere cambios en el capítulo sobre comercio y desarrollo sostenible, que incluyen obligaciones, especialmente en materia ambiental, y sanciones en caso de incumplimiento.
En esa ocasión, aseguró que "la premisa que debe existir entre socios estratégicos es la confianza mutua, y no la desconfianza y las sanciones".
Del mismo modo, el mandatario consideró que ese protocolo y otras leyes aprobadas por la UE, como la que cierra su mercado a productos que contribuyan a la deforestación, como el café, la soja o la carne, "representan potenciales restricciones a las exportaciones agrícolas e industriales de Brasil".