El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) anunció en un comunicado este martes que los planes de Japón para descargar al mar el agua tratada y almacenada de la central de Fukushima Daiichi se ajustan a las normas de seguridad del ente.
Según un informe del trabajo realizado durante casi dos años por un grupo de especialistas de 11 países, el Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos (ALPS) japonés garantiza la seguridad de las descargas del agua tratada y no representa ningún peligro para las personas y el medio ambiente, puesto que tendría un "impacto radiológico insignificante".
Aunque el sistema de filtrado ALPS reduce la contaminación radiactiva, el tratamiento actualmente no puede eliminar la presencia de tritio. Por este motivo, antes de verter los residuos al mar, Japón planea diluirlos hasta lograr un nivel de tritio por debajo de lo establecido en las normas reglamentarias.
China lidera el descontento
Sin embargo, el plan de Tokio de descargar más de un millón de metros cúbicos de agua tratada en los próximos 40 años ha recibido un fuerte rechazo tanto dentro del país como a nivel internacional.
A nivel nacional son los pescadores quienes se oponen a la medida, ya que temen que afecte a su actividad. A nivel internacional, China lidera el descontento. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Wang Wenbin, declaró que el océano "no es la alcantarilla privada de Japón".
En cuanto a Corea del Sur, una encuesta de mayo mostró que el 84 % de los encuestados se opone a los planes de Japón.
Pese al rechazo, todo apunta a que Tokio, con el visto bueno del OIEA, va a seguir adelante con sus planes. Y es que las alternativas son pocas. Desde la catástrofe causada por el terremoto de 2011, que fue el mayor accidente nuclear desde Chernóbil, se tomaron una serie de medidas que hoy alcanzan sus límites. El mayor problema es la falta de espacio. Se espera que los tanques de almacenaje, construidos en los últimos años, se llenen para 2024.