Un equipo internacional de científicos ha descubierto que el Anomalocaris canadensis, un artrópodo marino de aspecto amenazador que vivió hace 500 millones de años y que estaba considerado como un súper depredador de su época, no era tan fuerte como se pensaba, según un estudio del Museo Americano de Historia Natural, informa EurekAlert.
El cazador submarino Anomalocaris canadensis habitó los mares del Cámbrico, un periodo que se extendió entre hace 570 y 500 millones de años, mucho antes de la aparición de los dinosaurios, y que albergó una explosión de diversidad biológica, con el surgimiento de organismos más complejos que las esponjas o las medusas y de los principales grupos de animales que han llegado a nuestros días.
Con el aspecto de un gigantesco camarón, el Anomalocaris canadensis (en latín, 'camarón extraño de Canadá') fue uno de los animales más grandes que vivieron en el Cámbrico, pudiendo llegar a medir 60 centímetros de largo.
Esta criatura marina se había granjeado una terrible reputación entre los paleontólogos, que durante durante mucho tiempo lo consideraron el principal responsable de los exoesqueletos de trilobites aplastados y con cicatrices que abundan en el registro fósil.
Sin embargo, un estudio reciente de las piezas bucales el animal, anilladas y sin cáscara, pone en tela de juicio su capacidad para procesar alimentos sólidos.
El nuevo trabajo de un equipo de científicos de Alemania, China, Suiza, Reino Unido y Australia ha confirmado esa hipótesis gracias al análisis de las propiedades de fósiles extraordinariamente bien conservados, aunque aplanados, de Anomalocaris canadensis, que se han encontrado en Burgess Shale, Canadá, de una antigüedad de 508 millones de años.
En la primera etapa, los científicos hicieron una reconstrucción en 3D del Anomalocaris canadensis a partir de escorpiones modernos y Amblypygi, comúnmente llamadas arañas látigo o escorpiones sin cola, y observaron que los apéndices segmentados del depredador eran capaces de agarrar presas y también podían estirarse y doblarse.
En segundo lugar, los científicos analizaron las extremidades del animal, pudiendo ver que sus apéndices se habrían dañado al capturar presas duras como los trilobites.
Por último recurrieron a la dinámica de fluidos computacional para situar un modelo 3D del depredador en una corriente virtual, lo que permitió a los expertos predecir qué posición corporal era la más probable que usara para nadar.
Los resultados de los tres métodos indican que el Anomalocaris canadensis, probablemente, era ágil y rápido, lo que le permitía perseguir presas blandas en aguas abiertas, aunque se revelaba incapaz de cazar criaturas de caparazón duro en el fondo del océano.