Xóchitl Gálvez, la polémica y mediática precandidata presidencial de la oposición en México

El presidente la convirtió en protagonista de las elecciones al criticarla de manera reiterada.

No le teme a las controversias. Es capaz de subir disfrazada a la tribuna del Congreso para llamar la atención. En su discurso predominan los gritos e insultos. Y, de manera inesperada, se convirtió en la principal precandidata de la derecha rumbo a las elecciones presidenciales de México.

Con su postulación, la senadora Xóchitl Gálvez le dio aire a la oposición que avanzaba desorganizada y debilitada por completo a la cita electoral de 2024. Pero el panorama cambió y se debe, sobre todo, a la promoción que el presidente Andrés Manuel López Obrador le brindó a su campaña.

En las últimas semanas, el mandatario no ha dejado de criticar a Gálvez en sus conferencias mañaneras, esos encuentros que a diario marcan la agenda del debate público en ese país.

El momento clave fue el 12 de junio. Ese día, esta ingeniera de 60 años llegó en bicicleta a Palacio Nacional con la intención de entrar a la rueda de prensa para hacer uso del derecho de réplica que le había otorgado un juez. Quería interpelar personalmente a López Obrador.

Pero el presidente ya había advertido que no la dejarían pasar. "Nos reservamos el derecho de admisión", dijo, pero lo único que logró fue mediatizar todavía más la figura de la senadora, que aprovechó para realizar una performance en la sede presidencial que fue cubierta minuto a minuto por los medios.

Primer plano

Rodeada de fotógrafos y camarógrafos, con su amparo en la mano, la legisladora tocó una y otra vez la puerta, sonrió, habló con los periodistas y, un rato después, se fue.

Hasta entonces, Gálvez era firme precandidata opositora a jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Pero cuando López Obrador se negó a dejarla a entrar en Palacio Nacional, le "regaló" un mayor volumen político y la convirtió en precandidata presidencial.

Por eso, hoy la prensa opositora se ilusiona y la define como "fenómeno político", habla de la "xochitlmanía" y advierte que su postulación es "material radioactivo" para el Gobierno.

Ella, en tanto, ya le agradeció de manera irónica a López Obrador por haberse erigido, sin querer, en su jefe de campaña.

"Usted me va a entregar la banda presidencial y yo se la voy a recibir con una amplia sonrisa", vaticinó después de registrarse como precandidata de la alianza opositora conservadora Frente Amplio Opositor y cambiar el clima político.

Gálvez celebra porque su irrupción le restó centralidad a sus rivales, ya que López Obrador habla de ella, no de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard ni Adán Augusto López, los principales precandidatos del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido gobernante.

¿Quién es?

Nacida en 1963 en el estado de Hidalgo, Gálvez proviene de una familia humilde, sus padres tienen raíces indígenas y, de acuerdo con la narrativa que repite cada tanto, vendió gelatinas en los mercados para poder estudiar.

Una vez graduada como ingeniera por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Gálvez, quien suele vestir los tradicionales huipiles, se convirtió en empresaria tecnológica.

Así se mantuvo hasta que, en el año 2000, Vicente Fox, el político de derecha que rompió con la hegemonía de siete décadas de gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), organizó una "caza de talentos" en el ámbito empresarial para formar su gabinete.

Gálvez fue una de las elegidas. Asumió como titular de la Oficina para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, organismo que, a la larga, se convertiría en el actual Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas.

Terminado el sexenio de Fox, la ingeniera volvió a su carrera privada por un breve lapso. En 2010, retomó la política y se postuló a la gubernatura de Hidalgo, su estado natal. Aunque perdió, obtuvo un nada desdeñable 47 % de los votos.

Escándalos

Aún sin ocupar cargos, Gálvez jamás dejó de ser un personaje mediático, ya que la prensa la consultaba de tanto en tanto. Además, en 2012 quedó envuelta en un caso que conmocionó a la opinión pública cuando  su hermana, Jacqueline Malinalli Gálvez, fue arrestada luego de que la justicia la imputara como integrante de una sangrienta banda de secuestradores.

En 2015, la senadora volvió a someterse a las urnas y compitió para la jefatura de la delegación Miguel Hidalgo, uno de los distritos más ricos de la Ciudad de México.

Entonces sí, ganó. Y se mantuvo en ese puesto hasta que en 2018 obtuvo una senaduría. Ya desde su curul, tuvo una activa participación en los debates parlamentarios. De manera paralela, se transformó en una "denunciadora serial" de presuntos actos de corrupción del Gobierno de López Obrador.

Desde hace cinco años, ha sido una de las políticas más visibles del Congreso. A fines de 2022, por ejemplo, hizo historia al subir al estrado vestida con un disfraz de dinosaurio para protestar contra la reforma electoral que promovía el presidente. "Jurassic plan", decía el letrero que mostraba y que hizo las delicias de la prensa.

En abril pasado protagonizó otro momento memorable al encadenarse a la silla de la presidencia del Senado, con el objetivo de evitar que se realizara la sesión que el oficialismo había convocado para aprobar una serie de polémicas reformas.

Gálvez es uno de los personajes favoritos de la prensa, también, porque es garantía de declaraciones escandalosas que incluyen exabruptos.

"Ningún cabrón me puso aquí", "a mí ningún macho me va a doblar" y "el presidente es machista", han sido algunas de las frases que lanzó esta semana para responderle a López Obrador, quien la calificó como "un títere" al asegurar que "la oligarquía" ya había decidido que ella fuera la candidata presidencial de la oposición.

La campaña recién empieza. Para avanzar a las presidenciales, Gálvez primero tendrá que ganar la interna de la coalición conservadora Frente Amplio, que el 6 de septiembre –después de una serie de encuestas y consultas ciudadanas– anunciará el nombre del personaje que enfrentará al oficialismo en junio de 2024.