La campaña para las elecciones generales españolas del 23 de julio arrancó oficialmente este viernes, convertida en un duro pulso entre el presidente socialista Pedro Sánchez y el candidato conservador Alberto Núñez Feijóo, favorito en los sondeos.
La duda que planea en estos 15 días de campaña es si Sánchez, junto al resto de fuerzas izquierdistas y nacionalistas, logrará los 176 escaños necesarios para derrotar a Feijóo, que, según las encuestas, podría sellar el retorno al poder del Partido Popular (PP) únicamente si se alía con la formación ultraderechista Vox, tercera en intención de voto.
En las últimas semanas, la distancia entre ambos se ha reducido. Las tres proyecciones publicadas este viernes dan la victoria al PP, pero dejan en duda si su eventual alianza con Vox llegaría a la mayoría absoluta.
Por la izquierda, en estas elecciones ha surgido un nuevo proyecto político, Sumar, una coalición de fuerzas progresistas liderada por la actual vicepresidenta segunda del gobierno, Yolanda Díaz, que por ahora va en cuarta posición.
Las encuestas atribuyen un 10 % de los escaños a los partidos minoritarios, que en su mayoría tienen poca o nula sintonía con el PP y Vox, dos formaciones que hacen de la "unidad de España" una de sus principales banderas.
Entre esos partidos minoritarios están las formaciones nacionalistas vascas y catalanas, que podrían tener la llave de gobierno y, por lo general, son más proclives a pactar con PSOE y Sumar. Sobre todo porque el programa de la ultraderecha incluye la recentralización del Estado o la ilegalización de partidos independentistas.
Evitar el "túnel del tiempo"
España lleva varias semanas de campaña 'de facto' para estas elecciones. Horas después de que el tablero político diera un vuelco en las elecciones municipales y regionales del pasado 28 de mayo, con una arrasadora victoria del PP, Sánchez irrumpió en escena convocando estas elecciones de manera anticipada.
Con esta súbita decisión de no agotar su legislatura, Sánchez buscaba –según los analistas– varios objetivos, entre ellos, neutralizar la oposición interna en su partido, cortar en seco la euforia de la derecha, evitar el crecimiento del recién creado Sumar o dejar que el PP se desgastara en campaña con sus pactos con Vox, el partido de Santiago Abascal, en alcaldías y regiones tras las elecciones de mayo.
El jueves, poco antes del arranque oficial de la campaña, Sánchez llamó a los españoles a votar para evitar "el túnel del tiempo" que, según él, representa la coalición entre Feijóo y Abascal.
"Diez años de retrocesos en derechos robados, 20 años de retrocesos en derechos LGTBI, 40 años de retrocesos en derechos de los trabajadores", dijo en un mitin en Madrid.
"Derogar al sanchismo"
Feijóo, por su parte, lleva meses diciendo que quiere "derogar al sanchismo", al que critica por haber gobernado en coalición con el izquierdista Podemos –ahora integrado en Sumar– y haber pactado con los independentistas catalanes y vascos durante su legislatura. Entre ellos, con EH Bildu, considerado heredero del brazo político de ETA.
"Nunca utilizaré las instituciones del Estado al servicio de mi partido, ni enfrentaré a unos españoles contra otros. Nunca pactaré con los que quieren acabar con el Estado, nunca gobernaré bajo la imposición de las minorías", declaró este viernes el líder 'popular' en un acto en Andalucía (sur).
Además, se comprometió a derogar temas aprobados en el gobierno de Sánchez, como la Ley de la Vivienda, el impuesto a las grandes fortunas, la 'ley trans', la ley de igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI.
Sánchez y Feijoo se medirán el próximo lunes en un esperado debate ante las cámaras de televisión.
Más de 37 millones españoles están llamados a las urnas, un millón y medio de los cuales podrán votar por primera vez. Los partidos están intentando convencer a los indecisos y movilizar al electorado, en momentos en que muchos españoles están de vacaciones de verano.