El Pentágono: Una victoria rusa sería peor que el peligro para civiles por el uso de bombas de racimo en Ucrania

Alto funcionario de Defensa de EE.UU. aseguró que Kiev se comprometió a no usar estas municiones en zonas urbanas pobladas y llevar registros de su uso.

El subsecretario estadounidense del Departamento de Defensa sobre Asuntos Políticos, Colin Kahl, defendió el suministro de bombas de racimo a Ucrania, al señalar que una victoria rusa en el campo de batalla sería peor que el peligro para la población civil que supone el uso de este tipo de municiones.

Tras ser preguntado este viernes en una rueda de prensa sobre si el Pentágono garantizó a sus aliados que las municiones de racimo no causarán "daños excesivos para civiles", Kahl respondió: "Me preocupan las circunstancias humanitarias tanto como a cualquiera, pero lo peor para los civiles en Ucrania es que Rusia gane la guerra. Y por eso es importante que no lo haga".

En paralelo, el alto funcionario mencionó que Kiev se comprometió a no usar las bombas de racimo —ampliamente prohibidas en el mundo— en zonas urbanas pobladas y llevar registros del uso de estos proyectiles para facilitar las operaciones de desminado en el futuro. Asimismo, reiteró la postura de Washington de que la entrega es una decisión provisional mientras EE.UU. y sus aliados sigan aumentando la producción de municiones de artillería, especialmente las de 155 mm de calibre.

En este contexto, Kahl afirmó que, en el marco de la contraofensiva ucraniana, que va "un poco más lento que algunos habían esperado", los gastos de artillería son "muy altos", por lo que el envío de las municiones de racimo permitirá garantizar que Kiev tenga suficiente capacidad de artillería para seguir combatiendo.

Por otra parte, el subsecretario del Pentágono resaltó que las municiones que Washington suministrará a Ucrania tienen una tasa de no detonación (el llamado 'dud rate' en inglés) inferior del 2,35 %. Kahl señaló que esta cifra fue obtenida y verificada durante "cinco pruebas exhaustivas" realizadas por militares estadounidenses entre 1998 y 2020.

El propio presidente de EE.UU., Joe Biden, afirmó que conceder el aval para la entrega de las bombas de racimo fue una decisión "muy difícil". Mientras, el embajador de Rusia en Washington, Anatoli Antónov, aseveró que se trata de un "gesto de desesperación" que aproxima al mundo a una nueva guerra mundial.