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'Golpe tras golpe': ¿Por qué África Occidental y el Sahel se han convertido en una enorme franja de inseguridad?

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La ONU señala que la crisis de seguridad, que se refleja en la inestabilidad política y en la amenaza yihadista, "se degradó notablemente" en el Sahel con la intervención militar de Occidente en Libia en 2011.
'Golpe tras golpe': ¿Por qué África Occidental y el Sahel se han convertido en una enorme franja de inseguridad?

El reciente golpe de Estado en Níger ha vuelto a poner de relieve la inestabilidad política que azota en los últimos años a los países de África, especialmente a su parte occidental y a la región del Sahel, una franja de 6.000 kilómetros que atraviesa el norte del continente, desde el Atlántico al mar Rojo. 

De los 17 golpes de Estado ocurridos en el mundo desde 2017, solo el de Birmania no tuvo lugar en África. Desde 2020, han triunfado golpes militares en Guinea, Burkina Faso, Mali, Níger, Chad y Sudán, recuerda Bloomberg. La mayoría de estas naciones (menos Chad y Sudán) forma parte de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) y se encuentran ubicadas geográficamente en el Sahel. 

El derrocamiento del presidente electo de Níger, Mohamed Bazoum, y su detención por la junta militar encabezada por el general Abdourahmane Tchiani, tuvo lugar el pasado 26 de julio, mientras en la ciudad de San Petersburgo se desarrollaba la cumbre Rusia-África. Allí estuvieron presentes dos presidentes de períodos transitorios —Ibrahim Traore de Burkina Faso y Assimi Goita de Malí—, que subrayaron la importancia de estrechar los lazos con Rusia, país al que agradecieron su apoyo. 

  • Burkina Faso

Traore participó en dos golpes. En enero de 2022 ayudó a que se alzara con el poder la junta militar encabezada por Paul-Henri Sandaogo Damiba, que apartó al presidente Roch Kaboré. Sin embargo, ya en septiembre del mismo año, Damiba fue depuesto, pasando a ser Traore el nuevo líder interino de la nación hasta la celebración de las elecciones presidenciales, que están previstas para julio de 2024, recoge Africa News

  • Mali

Mientras, Goita se puso al frente de Mali durante unos meses a raíz del golpe de agosto de 2020, cuando fue derrocado el mandatario electo Ibrahim Boubacar Keita. En septiembre del mismo año, el poder presidencial fue otorgado a Ba N’Daou, con Goita en el cargo de vicepresidente, pero en mayo Ba N'Daou fue apartado por militares y un mes después Goita fue investido como jefe de Estado transitorio. 

En junio de 2023, el 97 % de la población apoyó en referéndum una serie de enmiendas a la Constitución de Malí que buscan otorgarle al presidente más poderes para que "determine las políticas de la nación", función atribuida al Gobierno bajo la Carta Magna de 1992, recoge Al Jazeera. Los detractores de los cambios avalados denuncian que fueron elaborados con el objetivo de mantener a la junta en el poder después de los comicios presidenciales previstos para febrero de 2024, pese a la promesa inicial de ceder el poder a civiles una vez celebradas las elecciones. 

Retirada de tropas de Francia

Tras la llegada de Goita y de Traore, tanto Mali como Burkina Faso fueron escenario de una ola de protestas contra la influencia y la presencia militar de Francia, lo que derivó en la retirada de los contingentes franceses de estos países.

Con el golpe en Níger, que se había convertido en la principal base de despliegue de tropas de París para la lucha contra el yihadismo en la región tras la retirada de Mali, el futuro de la presencia militar francesa queda en entredicho.

  • Chad

El poder en Chad lo ostenta Mahamat Déby Itno, hijo del presidente Idriss Déby, quien encabezó la nación desde 1990 hasta su muerte, en abril de 2021, tras resultar herido en combates contra el grupo rebelde FACT en el norte del país. Tras su fallecimiento, los militares y Déby Itno decidieron no celebrar elecciones y proclamar un período transitorio que sigue vigente a día de hoy. 

  • Senegal

La inestabilidad en el Sahel también se puso de manifiesto en los disturbios que afectaron recientemente a Senegal, donde el Gobierno decidió disolver el PASTEF, uno de los principales partidos de oposición. Esta fuerza política está encabezada por Ousmane Sonko, que fue arrestado anteriormente por hacer un llamamiento a la insurrección, por conspiración contra el Estado y por amenaza a la seguridad nacional, entre otros cargos. 

Millones de personas pendientes de la ayuda humanitaria

Los cambios de poder en todos estos países sobrevinieron en medio de una crisis de seguridad a gran escala debido a la creciente amenaza que representan diferentes grupos terroristas presentes en la región. Esto ya desembocó en la propagación de violencia hacia países costeros de África Occidental, como Benín, Costa de Marfil, Togo y Ghana, que antes no se habían visto sacudidos por ella, advierten desde el centro de análisis The Soufan Center

Según datos de la ONU, más de 37 millones de personas necesitarán ayuda humanitaria en el Sahel en 2023, unos tres millones más que en 2022, debido a "la constante inseguridad, perturbaciones climáticas, guerras, golpes de Estado y el auge de redes criminales y terroristas". Paralelamente, el organismo mundial estima que solo en Burkina Faso, Mali y Níger unos 10 millones de niños, el doble que en 2020, se hallan en condiciones de riesgo extremo. 

¿Qué vincula la amenaza terrorista con los golpes? 

Los rebeldes que llegaron al poder en Mali, Burkina Faso y Níger denunciaban la incapacidad de las autoridades depuestas para poner fin a la amenaza yihadista. Desde Global Conflict Tracker apuntan a que la actual ola de inestabilidad en el Sahel se asocia con el colapso de Libia en 2011, que desembocó en la proliferación de armas y de grupos armados en la región. 

La ONU se hace eco de estas estimaciones y subraya que el problema de seguridad "se degradó notablemente" en el Sahel con la intervención militar de Occidente en Libia en 2011. "El consiguiente caos y la porosidad de las fronteras obstaculizaron los esfuerzos para frenar los flujos ilícitos, y los traficantes que transportaban armas de fuego libias robadas entraron en el Sahel al amparo de la insurgencia y la expansión del terrorismo", recalca el organismo. 

En general, distintos grupos yihadistas operan actualmente en el Sahel (todos prohibidos y considerados como terroristas en Rusia): 

  • El Estado Islámico en el Gran Sahara (ISGS, por sus siglas en inglés) 

En 2015, el grupo juró lealtad al Estado Islámico de Irak y el Levante, que la ONU denomina Al Qaeda en Irak. Desde 2018, el ISGS se ha granjeado el apoyo de la población norteña en Malí y está contribuyendo a la insurgencia yihadista en Burkina Faso. 

  • El Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM, por sus siglas en inglés)

Fue creado en marzo de 2017 como una rama oficial de Al Qaeda en Malí y está presente en otros países del Sahel, así como en varias naciones del Magreb. Desde The Soufan Center señalan, citando estimaciones de EE.UU., que en abril de este año el JNIM controlaba un 40 % del territorio de Burkina Faso, mientras extendía su actividad "cada vez más hacia el exterior", apoderándose de más franjas de territorio en toda la región. 

  • La organización Boko Haram

Este grupo no solo lleva a cabo su actividad terrorista en Nigeria, sino en varios países vecinos. Boko Haram apareció en 2002 en el noroeste de Nigeria, pero tuvo que pasar a la clandestinidad en 2009 tras una serie de operaciones exitosas del Gobierno. Sin embargo, el grupo terrorista reafirmó su capacidad destructiva en 2011 con varios ataques contra la Policía y oficinas de la ONU, y en 2015 juró lealtad al Estado Islámico. Actualmente sigue activo, aunque actúa por separado tras dividirse en dos facciones. 

 

Respuesta del mundo

La comunidad internacional respondió a estas amenazas con distintas acciones, como el despliegue en Malí de la misión pacificadora MINUSMA, que fue constituida en abril de 2013. Diez años más tarde, en junio de este año, una decisión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas resolvió poner fin al mandato del operativo y retirar a todo el personal militar y policial hasta el 31 de diciembre de 2023. 

La ONU calificó esta misión como una de las más peligrosas en toda su historia, teniendo en cuenta que 309 pacificadores fallecieron a lo largo de 10 años en el cumplimiento de su deber. Asimismo, se trató de una de las mayores misiones del organismo, con unos 15.000 pacificadores desplegados para mayo de este año. 

Sin embargo, los resultados de la MINUSMA son puestos en entredicho por el propio secretario general de la ONU, António Guterres, que en su informe publicado en junio señalaba que los combates contra grupos yihadistas continuaban, mientras el Estado Islámico ampliaba su zona de control.

Asimismo, grupos afiliados al JNIM seguían representando una "amenaza significativa", si bien disminuyó el número de civiles muertos. Según datos de la ONU, desde el 1 de julio de 2022 hasta el 22 de mayo de 2023, un total de 1.002 civiles fallecieron y 445 fueron heridos a causa del conflicto armado, así como en incidentes con artefactos explosivos improvisados y otros actos delictivos. 

Junto con este operativo de la ONU, destaca la operación militar antiyihadista Barkhane, que se prolongó entre 2014 y noviembre de 2022 con el objetivo declarado de luchar contra los grupos islamistas en Malí, Burkina Faso, Mauritania, Níger y Chad. El operativo fue liderado por Francia, cuyos intereses por mantener su influencia en África a nivel general se han visto afectados con esta última ola de perturbación política. 

Mientras, EE.UU. también participa en misiones antiterroristas y tiene desplegado unos 1.500 efectivos en la región del Sahel, así como una base de drones en Níger para contrarrestar a grupos radicales en África Occidental y del Norte. 

Sin embargo, pese a una mayor implicación internacional, la campaña contra estos grupos islamistas ha provocado "la propagación de la beligerancia a países por todo el Sahel", destaca Global Conflict Tracker.

El grupo de análisis The Soufan Center hace hincapié en que la amenaza yihadista del Sahel, que sigue expandiéndose hacia el golfo de Guinea, es solo uno de los desafíos en la región. "Existe el temor real a que la inestabilidad se extienda a un país como Nigeria y acabe por hundirlo, lo que tendría consecuencias desastrosas y efectos en cascada en toda África", concluye la organización.

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