Semanas antes de anunciar su aspiración de convertirse en candidata a la Presidencia de la República, el objetivo de Xóchitl Gálvez era otro muy distinto: ser jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
Era un proyecto que venía trabajando de buen tiempo atrás. Su experiencia como gobernante de una alcaldía y ser la principal accionista de una empresa dedicada a prestar servicios de operación y mantenimiento de edificios inteligentes la dotaban, según ella, de la experiencia necesaria para ocupar el cargo.
Una 'bocanada de aire fresco' desde el Palacio Nacional
Todo cambió a partir de los dimes y diretes con el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
El mandatario afirmó en una de sus conferencias de prensa que la senadora del Partido Acción Nacional (PAN) había votado en contra de aprobar una reforma que elevaba a rango de ley los programas sociales de su Gobierno.
Gálvez solicitó derecho de réplica para negar los dichos del presidente, dado que ella había votado a favor de la iniciativa. Sin embargo, no le fue concedido.
Entonces acudió al Poder Judicial para exigir derecho de réplica en la conferencia de prensa del presidente. Y un juez federal falló a su favor.
Sin embargo, con todo y un amparo en mano, a Gálvez le fue negado el acceso al salón de Tesorería del Palacio Nacional para dar respuesta.
A partir de ese momento, polemizar con el presidente la dotó de una plataforma con el potencial suficiente para competir en 2024.
Días después de haber anunciado su aspiración de convertirse en la candidata del frente opositor, López Obrador volvió a la carga: la acusó de representar los intereses de los conservadores.
Y Gálvez se asumió como una víctima. Como una perseguida política que buscaba ser destruida desde el poder presidencial.
Luego, la publicación de la información fiscal de sus empresas, alimentó todavía más esta narrativa: desde su tribuna, el presidente López Obrador abusaba de su poder para socavar a una contrincante política.
Sin proponérselo, AMLO terminó revitalizando a la oposición que, hasta antes de que Gálvez anunciara su aspiración, ninguno de quienes se perfilaban como candidatos registraba posibilidades reales de triunfo frente a los contendientes surgidos del oficialismo.
Paradójicamente, los ataques desde el Palacio Nacional no fueron sino una 'bocanada de aire fresco' para la oposición en México.
¿Perseguida política como López Obrador?
Su insistencia de que es una perseguida del Gobierno coloca a Gálvez, bajo la perspectiva de buena parte de los medios de comunicación, en el mismo lugar que jugó López Obrador cuando fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
En aquella época, el presidente Vicente Fox Quesada (2000-2006) no dejaba de arremeter contra el político tabasqueño, al que incluso su Gobierno intentó desaforar, esto es, cancelarle sus derechos políticos para que no participara en la elección presidencial de 2006.
La movilización popular, según AMLO, logró impedir que Fox se saliera con la suya.
Esa embestida en su contra, a la postre terminó fortaleciendo su candidatura, pues se hizo de un nivel de popularidad que su gestión como gobernante de la capital del país no le había dado.
En el caso de Gálvez, aunque todavía es poco conocida en varias entidades de la República, su nombre ya suena con fuerza en el grueso de los medios de comunicación y de manera frecuente es tendencia en redes sociales.
Lo consiguió gracias a un espaldarazo involuntario: las constantes menciones desde el Palacio Nacional se terminaron convirtiendo en un elemento clave de su propaganda.
Una invitación que luego se volvió incómoda
Para no echarse en contra a quienes simpatizan con el lopezobradorismo, Gálvez ha buscado evitar colocarse como la antítesis del proyecto político del presidente mexicano.
En la narrativa de la senadora por el PAN, se reconocen algunos logros del Gobierno de la denominada 'Cuarta Transformación', en especial, la implementación de programas sociales dirigidos a la población de menores ingresos.
La estrategia para combatir la pobreza y la desigualdad social del Gobierno, sin embargo, resulta insuficiente desde la perspectiva de Gálvez. Con todo, no propone echar atrás lo alcanzado, sino más bien complementarlo.
Según su opinión, el Gobierno se ha conformado con "entregar dinero", con lo cual, "no se resuelve de fondo el problema", pues quienes reciben estos apoyos no consiguen superar su condición de dependencia.
De ahí que, de acuerdo con Gálvez, sea necesario fortalecer estos programas a través de cursos de capacitación laboral.
Plantea que se dote a la gente de competencias laborales. Asegura que es la única vía para superar la pobreza en el largo plazo. "Hay que enseñarle a la gente a pescar", se le escucha decir en sus mítines.
Desde el Palacio Nacional, sin embargo, se la ha calificado como una figura política que pertenece al viejo régimen.
Su paso por el Gobierno de Fox y su postulación a diversos cargos de representación popular bajo las siglas de Acción Nacional son, según el oficialismo, prueba irrefutable de su alianza con el conservadurismo.
Gálvez, sin embargo, ha revirado este planteamiento con una prueba, igualmente irrefutable: la invitación de López Obrador, antes de la elección de 2018, para que se sumara a su proyecto político.
Antes de los comicios de 2018, Gálvez asegura que recibió la visita de Andrés López Beltrán, hijo de AMLO, y Claudia Sheinbaum, hoy aspirante del oficialismo a la Presidencia que es puntera en las encuestas.
Desde su casa ubicada en las Lomas de Chapultepec, donde también vive el magnate Claudio X. González Guajardo, principal artífice de la alianza Va por México, Xóchitl Gálvez se negó a prestar su apoyo al político tabasqueño.
Esa invitación, igual que otras, terminaron siendo muy incómodas para integrantes del oficialismo, que a veces no encuentra cómo justificar su pragmatismo.
Mientras que hoy denuncian que se trata de personajes que representan a los intereses del viejo régimen, en su momento, en medio de una coyuntura electoral, no dudaron en invitarlos a sumarse a su causa.
Para Gálvez, en cambio, esa invitación le permite hoy salir a afirmar que, en realidad, comparte los ideales del presidente de luchar contra la pobreza, la desigualdad y la corrupción. Si no fuera así, asegura con orgullo, nunca habría sido convocada.
Su propuesta es realizar correcciones, hacer a un lado proyectos que considera innecesarios, como la refinería de Dos Bocas, e implementar una estrategia de Gobierno que busque resolver los problemas de fondo.
Oportunidad para los conservadores
No obstante, desde el oficialismo se insiste que Gálvez no es sino la candidata de la oligarquía.
Y es que, aunque en varios posicionamientos ha tomado distancia de los partidos políticos del viejo régimen, en los aspectos centrales, se le acusa de formar parte del mismo grupo de intereses creados.
Vestida con huipil, orgullosa de sus raíces indígenas y con una campaña que no está centrada en el anti-lopezobradorismo, su postulación es, para quienes simpatizan con la 'Cuarta Transformación', la única oportunidad para que los conservadores regresen al poder.
Escollos en el camino
Desde principios de julio de este año, Gálvez comenzó a perfilarse como la figura política de la oposición con mayores posibilidades de derrotar al partido oficialista Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y sus aliados en 2024.
Sin embargo, aunque la postulación de Gálvez prácticamente se da por descontada, hay varios escollos a la vista que podrían descarrilar su aspiración de construir una fórmula ganadora.
En primer lugar, nada garantiza que los partidos políticos que integran el frente de oposición consigan mantener la cohesión.
Apenas la semana pasada, cuando se dio a conocer que los aspirantes por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) quedaban fuera de la contienda interna, la organización del 'sol azteca' anunció que su participación en la alianza tomaría una "pausa".
Los dirigentes de este partido que, dicho sea de paso, ha sido el más castigado en los últimos procesos electorales, miran con recelo la conveniencia de mantenerse en una coalición que, hasta el momento, no se ha caracterizado por brindarles grandes dividendos.
Y no es el primer desencuentro. En años pasados, el PAN también se tomó una "pausa" por su inconformidad ante los posicionamientos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), ya que, en varias ocasiones, algunos de sus legisladores terminaron aprobando en el Congreso las iniciativas del Gobierno.
En segundo lugar, aunque varios dirigentes del partido Movimiento Ciudadano (MC) ven con buenos ojos la postulación de la senadora panista, al mismo tiempo, han rechazado sumarse a una alianza que integra a partidos políticos que, según su punto de vista, son un fracaso.
Establecer una alianza de cuatro partidos políticos es un objetivo que los artífices de Va por México no han conseguido hasta el momento. Y es que desde Movimiento Ciudadano parece más redituable competir en solitario.
En tercer lugar, desde el oficialismo se asegura que el crecimiento de la popularidad de Gálvez, obedece, sobre todo, a una sobrexposición en medios de comunicación. "Es una burbuja mediática", sostienen.
Es indudable que su nivel de popularidad registró un punto de inflexión a partir de los dimes y diretes con el presidente López Obrador, a quien, durante varias semanas, la senadora por el PAN hizo su principal interlocutor.
No obstante, más recientemente, el mandatario ha dejado de mencionarla en sus conferencias de prensa matutinas. De hecho, el Instituto Nacional Electoral (INE) lo conminó a dejar de hacer comentarios sobre Gálvez.
En definitiva, resta por ver si la extitular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas será capaz de mantener el crecimiento de su popularidad, ya sin polemizar con AMLO, o si por el contrario, se termina desinflando.
Si te ha gustado, ¡compártelo con tus amigos!