Alcalde de Nueva York asegura que la llegada masiva de migrantes "destruirá" la ciudad

El burgomaestre dio estas declaraciones en medio de la agudización de las restricciones migratorias.

El alcalde de la ciudad de Nueva York (EE.UU.), Eric Adams, aseguró que la ola de migrantes que ha arribado a la urbe en los últimos años acabará por destruir a la ciudad, que en su decir, ya enfrenta un importante déficit presupuestario por ese motivo.

"Este problema destruirá a la ciudad de Nueva York. Recibimos 10.000 migrantes al mes", dijo. "Ahora recibimos a personas de todo el mundo que han decidido que van a entrar por la parte sur de la frontera y van venir a la ciudad de Nueva York", sostuvo Adams este miércoles en un encuentro público.

Para el burgomaestre, la recepción masiva de migrantes se ha traducido en un déficit presupuestario que alcanza los 12.000 millones de dólares, lo que implica recortes y afectaciones en todos los servicios, con el subsecuente impacto sobre la calidad de vida de los residentes.

Los migrantes como amenaza

Según el funcionario, antes de preguntarle por su enfoque hacia la migración, quienes lo increpan deberían cuestionarse a sí mismos sobre lo que han hecho para frenar lo que, dijo, les "están haciendo".

"Si me haces una pregunta sobre los migrantes, dime qué papel jugaste, cuántos de ustedes se organizaron para detener lo que nos están haciendo, cuántos de ustedes fueron parte del movimiento para decir: 'estamos viendo lo que este alcalde está tratando de hacer'", fustigó.

En su intervención, Adams insistió varias veces en que quienes están arribando a Nueva York, a través de la frontera sur con México, "están destruyendo la ciudad". "Todos nosotros seremos afectados por esto", afirmó.

Militarización ineficaz

El discurso antiimigración del alcalde neoyorquino no constituye una excepción dentro de los EE.UU. Antes bien, en entidades gobernadas por republicanos –Adams está adscrito al Partido Demócrata–, se han sancionado leyes que criminalizan la migración en situación irregular e incluso atentan contra la vida de los migrantes, como en el caso de Texas.

Sin embargo, no se trata de iniciativas aisladas, sino de una política sostenida de control migratorio militarizado con criterios aporofóbicos y racistas que data de hace más de cuatro décadas y que solo se ha hecho más restrictiva con el tiempo.

El principal blanco de las limitaciones impuestas por Washington lo constituyen las personas en situación de pobreza que atraviesan la frontera con México por pasos ilícitos. Históricamente, la mayoría procedía de Centro y Suramérica, pero en los últimos años la procedencia se ha diversificado y no es infrecuente que la crucen migrantes procedentes de Europa, Asia o África.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) y diversas entidades dedicadas a la defensa de los derechos humanos han criticado este modelo, porque no solo resulta ineficaz para frenar los flujos migratorios sino que además favorece que los migrantes se conviertan en víctimas de redes de trata de personas, devenidas en un lucrativo negocio que factura unos 12.000 millones de dólares al año, según un reciente informe de InSight Crime.