El papel de los países occidentales en el Ártico irá disminuyendo debido a la confrontación con Rusia y a la creciente cooperación de Moscú con los países no occidentales, afirmó este viernes Glenn Diesen, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad del Sudeste de Noruega, en un artículo publicado por el club de debate internacional Valdái.
De acuerdo con Diesen, en el pasado la cooperación en el Ártico era prácticamente independiente de la geopolítica, e incluso durante la Guerra Fría existió la cooperación regional, "contribuyendo a la cooperación mutuamente beneficiosa y el fomento de la confianza". No obstante, durante las dos últimas décadas la región se convirtió en un lugar de confrontación entre Rusia y la OTAN. En junio del 2022, los siete miembros occidentales del Consejo Ártico (Noruega, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Suecia y EE.UU.) tomaron la decisión de funcionar a escala limitada, sin Rusia. Este paso, opina el analista, "supone que la cooperación sólida aparentemente llegó a su fin".
Rusia y Occidente: de intereses comunes a competencia
"Durante mucho tiempo, el Ártico fue percibido como un desierto congelado sin intereses estratégicos enfrentados que pudieran alimentar la rivalidad. Esto aseguró una cooperación mutuamente beneficiosa fuera de la política de poder, que incluía el desarrollo sostenible, la protección del medioambiente, los descubrimientos científicos, la protección de los pueblos indígenas, la seguridad económica y otras esferas", constata Diesen.
No obstante, a medida que avance el calentamiento global, se abre el acceso a grandes cantidades de recursos, a la vez que "el corredor de transporte ártico, no controlado por la Armada de EE.UU., puede superar a proyectos rivales en cuanto a plazos de entrega y rentabilidad". "Entonces, en el Ártico se abrirán mayores oportunidades económicas que contribuirán al cambio del equilibrio de poder de Occidente a Oriente, lo que significa que en el futuro hay que esperar competencia y conflictos", vaticina el analista.
Según el experto, la cooperación entre Rusia y Occidente en la región radicaba en las aspiraciones de superar las diferentes visiones de Europa después de la Guerra Fría. Sin embargo, no se alcanzó una postura común, "lo que generó dos visiones confrontacionales de una nueva Europa". El enfoque de Moscú se basaba en una arquitectura de seguridad europea inclusiva que "eliminara las líneas divisorias en el continente", mientras que Occidente "decidió mover las líneas divisorias hacia el este, expandiendo la OTAN y la UE para adherir a todos los países salvo a Rusia".
Después del golpe de Estado en Ucrania en el 2014, Moscú abandonó su anterior enfoque hacia Europa y empezó a buscar socios en Oriente. En este contexto, subraya el politólogo, si antes Rusia consideraba el Ártico como una parte del proyecto más amplio de la 'Gran Europa', "ahora este está incluido en la Gran Asociación Euroasiática".
Además, EE.UU. y la OTAN aumentan la militarización de la región. Finlandia se unió a la Alianza, mientras que Noruega tomó la decisión de acoger cuatro bases militares de EE.UU. Washington, a su vez, trata de poner en tela de juicio las reclamaciones de Moscú sobre los recursos en el sector ruso del Ártico y sus derechos exclusivos a la Ruta Marítima del Norte, al no reconocer los mares árticos como aguas interiores en virtud de la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar. Junto con la suspensión de la interacción con Rusia en el marco del Consejo Ártico, estos factores, según Diesen, convirtieron "una cooperación mutuamente beneficiosa en un rehén de la geopolítica".
Formatos no occidentales
En este contexto, la tarea principal de Moscú consiste en "desarrollar la cooperación con países no árticos y ejercer presión sobre Occidente para que regrese al principio de conversión del Ártico en la región de la cooperación mutuamente beneficiosa". El analista indica que, para lograrla, hay que llevar los temas árticos en la agenda de instituciones no occidentales como el BRICS.
"Para garantizar el equilibrio de dependencias favorable en el Ártico, Rusia invitó a diferentes socios de la Gran Eurasia a participar en su desarrollo. Probablemente el vacío, que apareció después de que Occidente rechazara cooperar con Rusia, sea llenado por las empresas de China, la India, EAU [Emiratos Árabes Unidos], los países de la ASEAN [Asociación de Naciones del Sudeste Asiático]", vaticina. Pese a que no es una tarea simple "debido a la realidad geográfica, las condiciones para la inversión" representan una "oportunidad perfecta para superar el formato del juego de suma cero que determina la política de bloques de la seguridad europea", explica Diesen.
En particular, Moscú mantiene una cooperación regional amplia con Pekín, que percibe la Ruta Marítima del Norte como parte de su iniciativa de la Franja y la Ruta. Durante la visita oficial a Rusia realizada en marzo por el presidente chino Xi Jinping, Moscú y Pekín acordaron crear un organismo conjunto para el desarrollo de la vía marítima. Asimismo, a principios de julio, la compañía china NewNew Shipping Line inauguró el tráfico regular de contenedores entre Rusia y el gigante asiático a través de ese trayecto. A finales de julio, se reportó que Rusia ha empezado a utilizar activamente la Ruta Marítima del Norte para transportar petróleo hacia los puertos chinos.
Además, este jueves se celebraron las consultas interministeriales sobre el Ártico entre Nikolái Korchunov, embajador en misión especial de la Cancillería rusa, y Gao Feng, representante especial para el Ártico del Ministerio de Exteriores chino. En el marco de estas, las partes detalladamente abordaron proyectos conjuntos en sectores como energía, inversiones, ciencia y transporte, incluyendo el uso conjunto de la infraestructura de la Ruta Marítima del Norte, así como perspectivas de interacción en el Consejo Ártico, donde China cumple el rol de observador.
Ambas partes también destacaron su interés mutuo en preservar la región como el "territorio de la paz, estabilidad y cooperación mutuamente beneficiosa para garantizar su desarrollo sostenible y seguro".
De acuerdo con Diesen, en el sistema multipolar la política de confrontación en el Ártico es contraproducente porque lleva a la pérdida de posiciones a favor de "los socios más fiables". "Por lo tanto, un Ártico multipolar euroasiático crea mecanismos que castigan los juegos geopolíticos. El papel regional de los participantes de sanciones económicas o iniciativas políticas subversivas irá disminuyendo a la vista. En un futuro cercano, Occidente y Rusia no abandonarán la confrontación militar, pero Occidente se verá obligado a pagar caro si sigue trasladando sus disputas geopolíticas en el Ártico", concluye el politólogo.