México alerta sobre el impacto de la crisis migratoria que le afecta por ser un país de tránsito a EE.UU.
El creciente flujo de migrantes que ingresa a México rumbo a Estados Unidos empieza a traducirse en albergues saturados en el sur, centro y norte del país ante el gran número de personas que esperan tener un techo donde descansar y reponerse en su trayecto hacia la frontera norte.
"En la Ciudad de México, sobre todo afuera de las casas para migrantes, hay mucha población en situación de calle durmiendo en tiendas de campaña, esperando la posibilidad de que se libere un espacio dentro de las casas y que puedan ser albergados ahí", explicó Julio López Vivas, secretario ejecutivo de la Dimensión Episcopal de la Pastora de Movilidad Humana.
Los migrantes, que buscan seguir su camino hacia el vecino país del norte o solicitar asilo, esperan y duermen a las afueras de tales instalaciones, expuestos a temperaturas bajas, la lluvia, el hacinamiento, pasando hambre y corriendo el riesgo de ser víctimas de la delincuencia.
El Gobierno de México insiste en aplicar su fórmula de atender las causas integrales de la migración y echa mano principalmente de los programas sociales. "Se les ofrece, por ejemplo, trabajo, eso sí, pero ellos ya vienen, desde que salen, con un propósito: EE.UU. En Chiapas nosotros tenemos opciones para que puedan trabajar en Sembrando Vida, en todos los programas, pero es muy difícil, se quedan muy pocos", explicó el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador.
La ola migratoria nuevamente se encuentra en un momento álgido, con el aumento de su flujo. En Estados Unidos, las autoridades cerraron el paso vehicular del Puente Internacional 1, que conecta la ciudad de Piedras Negras, en el estado de Coahuila, del lado mexicano, con Eagle Pass, en Texas, que del lado estadounidense declaró el estado de emergencia por la llegada masiva de inmigrantes.