La cuenca del Amazonas alberga densos bosque tropicales, máxima expresión de sus niveles récord de biodiversidad. Sin embargo, paradójicamente, no se puede decir lo mismo de los suelos locales, pues gran parte de ellos son terrenos ácidos y bajos en nutrientes, lo que dificulta notablemente la práctica de la agricultura.
A lo largo de los años los arqueólogos han descubierto parcelas antiguas de tierra misteriosamente negras y fértiles en cientos de sitios a lo largo del Amazonas, concretamente cerca de asentamientos donde vivieron los habitantes indígenas de América hace cientos y miles de años.
Ahora un nuevo estudio encabezado por investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), la Universidad de Florida y científicos brasileños Brasil arroja luz sobre el origen de esas esas tierras fértiles, según un comunicado del MIT.
Tras combinar los análisis de los suelos con estudios etnográficos y de las prácticas agrícolas de los aborígenes modernos, los expertos concluyeron que las tierras negras surgieron de forma artificial como una forma para nutrir el suelo y mantener numerosas y complejas sociedades, según se desprende del estudio, que ha sido publicado en Science Advances.
"Si quiere obtener grandes asentamientos, necesitará una base nutricional. Pero el suelo del Amazonas está muy desprovisto de nutrientes y es naturalmente pobre para la mayoría de los cultivos", aclaró Taylor Perron, profesor del MIT y participante del estudio. "Sostenemos que los humanos participaron en la creación de la tierra negra y modificaron intencionadamente el entorno antiguo para convertirlo en un lugar mejor para las poblaciones humanas".
Entre otras cosas, los científicos estudiaron prácticas agrícolas modernas del pueblo Kiukuro, en el sureste del Amazonas, consistentes en la creación de 'basureros', es decir, vertederos de desperdicios y de restos de comida con los que generan abonos naturales en lugares cercanos al centro del asentamiento. Los aborígenes también esparcen cenizas en los campos y colocan carbón en las raíces de los árboles.
Como resultado de estas competentes técnicas agrónomas, el suelo se enriquece significativamente con carbono orgánico, adquiere un color negro y se vuelve más fértil, sugiere el estudio.
La práctica de almacenar el carbono en el suelo durante siglos trajo consigo que algunos sitios antiguos contengan toneladas de carbono.
En resultado, puede concluirse que muchos siglos atrás los nativos del Amazonas se dedicaban a lo que ahora se considera una técnica de agricultura "verde".
"Los esfuerzos modernos de agricultura sostenible y de mitigación del cambio climático, inspirados en la persistente fertilidad de la antigua tierra oscura, pueden aprovechar los métodos tradicionales practicados hasta el día de hoy por los indígenas amazónicos", concluye el artículo.