El canciller alemán, Olaf Scholz, anunció el martes el endurecimiento de las leyes de inmigración, calificándolo de "momento histórico", informan medios locales.
En la jornada anterior, el Gobierno federal de Scholz y los primeros ministros de los 16 estados federados acordaron una serie de medidas para modificar la política de refugiados en el país.
Actualmente, en Alemania se encuentran más de 250.000 personas a las que se les ha denegado la solicitud de asilo, pero la mayoría de ellas no pueden ser repatriadas, recoge Die Zeit. A finales de octubre, el Gobierno elaboró un proyecto de ley para aumentar el número de expulsiones, una intención que reafirmó este martes.
Así, las nuevas medidas señalan que los procedimientos de asilo deberían ser más rápidos y se deberían llevar a cabo más deportaciones.
Otras medidas
Además, el plan acordado prevé una reducción de los pagos en efectivo a los acogidos registrados y una espera más larga antes de que puedan acceder a todas las prestaciones sociales, que pasa de 18 a 36 meses.
Tras el anuncio de los cambios, el ministro de Finanzas, Christian Lindner, escribió en X (antes Twitter) que la medida podría suponer un ahorro de 1.000 millones de euros para el país y "no solo aliviaría la carga de estados y municipios", sino que también "reduciría el atractivo del Estado de bienestar alemán".
Asimismo, como parte de los esfuerzos para combatir la crisis migratoria, Scholz señaló que los controles fijos introducidos en octubre en las fronteras con Polonia, República Checa y Suiza se mantendrán "durante mucho tiempo".
Entre otras medidas reveladas por el canciller figura la decisión de limitar el derecho a la reagrupación familiar de las personas que no reúnan los requisitos para ser refugiados, pero que sigan gozando del estatuto de protección subsidiaria.