Mientras Estados Unidos y otros países occidentales han adoptado una postura inequívocamente proisraelí, la creciente influencia de China en Oriente Medio y sus estrechos vínculos con las dos partes del conflicto plantean importantes interrogantes sobre cómo concibe su respuesta a la crisis.
La primera reacción de China ante la escalada del conflicto tuvo lugar el 8 de octubre, un día después del ataque de Hamás contra el sur de Israel que dejó cientos de muertos. En una rueda de prensa, un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino instó a las partes a "mantener la calma, a ejercer la moderación y a cesar inmediatamente las hostilidades para proteger a los civiles y evitar un mayor deterioro de la situación".
Todas las declaraciones posteriores de funcionarios chinos incidieron en la necesidad de un alto el fuego y en la creación de un Estado palestino independiente como solución al conflicto. El pasado 15 de octubre, el ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yi, en conversación telefónica con su homólogo saudí, Faisal bin Farhan Al Saud, pidió a todas las partes que se sentaran a la mesa de negociaciones y se abstuvieran de llevar a cabo acciones que agravaran la situación.
El jefe de la diplomacia china también denunció que "las acciones de Israel han ido más allá de la autodefensa", por lo que instó al país hebreo a "atender el llamamiento de la comunidad internacional para dejar de castigar colectivamente a los habitantes de Gaza". Tras señalar la necesidad de hacer realidad la solución de los dos Estados, Wang Yi recalcó que la injusticia histórica contra Palestina, que dura ya más de medio siglo, no puede continuar.
Históricamente, la postura de China sobre la cuestión palestina ha sido ideológica, pero en los últimos años Pekín ha empezado a buscar el modo de entablar relaciones favorables tanto con Israel como con el mundo árabe, lo que hace relevante el debate sobre si Pekín puede mediar de forma efectiva en el conflicto.
De la ideología al pragmatismo
La evolución de las opiniones y de los enfoques chinos sobre la cuestión palestina puede dividirse en tres etapas.
La primera se extiende desde la creación de la República Popular China en 1949, con Mao Zedong, hasta la transición a Deng Xiaoping en los años setenta. La política exterior de Mao destacaba por su pronunciado carácter anticolonial. Durante este periodo, Pekín mantuvo buenas relaciones con regímenes árabes de izquierda, como Argelia, Yemen del Sur, Siria, Egipto e Irak. Y a pesar del intento de Israel de establecer relaciones con China en 1950, Pekín se negó.
Durante la visita de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) a Pekín, Mao declaró: "Israel y Taiwán son las bases del imperialismo en Asia. Ustedes son la puerta principal de este gran continente; nosotros somos la puerta trasera. Crearon Israel para vosotros y Formosa para nosotros. Occidente no nos quiere realmente y debemos comprender este hecho. La guerra árabe contra Occidente es una guerra contra Israel". Ese mismo año, la OLP abrió una misión diplomática en China, que se convirtió en embajada en 1974. Además, China fue uno de los principales proveedores de armas de Palestina entre 1960 y 1970.
En el segundo periodo, desde finales de la década de 1970 a finales de la de 1980, la relación de China con Israel se adentró en una fase de deshielo. Tras la muerte de Mao Zedong, la política exterior china adquirió con Deng Xiaoping un carácter más pragmático, dando prioridad al desarrollo económico del país, a cuyo servicio se puso la política exterior.
Esto condujo al inicio de relaciones comerciales con Israel en materias como la energía solar y la tecnología agrícola, así como a la apertura de embajadas en 1992. Pese a estas profundas relaciones económicas, China opuso a la ocupación israelí de territorio palestino y sirio fuera de las fronteras reconocidas por Naciones Unidas. Paralelamente, China empezó a dejar gradualmente de apoyar la lucha armada palestina y a impulsar una solución negociada del conflicto. De esta forma, daba prioridad a la estabilidad regional a expensas de resolver la difícil situación de los palestinos, lo que se reflejó en su apoyo al acuerdo de paz de Camp David entre Israel y Egipto en 1978.
En el tercer periodo, desde principios de la década de 1990 hasta nuestros días, China ha buscado mantener buenas relaciones con ambas partes. A diferencia de Israel, Estados Unidos y algunos otros países occidentales, China se ha negado a designar como organizaciones terroristas a Hamás y a Hezbolá, que considera representantes legítimos de segmentos de la población de Palestina y el Líbano, respectivamente. China ha mantenido su apoyo a una solución negociada, a pesar de que existe una importante disparidad de poder entre ambas partes. La posición de China también ha coincidido con cambios significativos, tanto en el entorno internacional como en su propio estatus, pues, desde el mismo arranque del siglo XXI, el gigante asiático se ha convertido en una gran potencia y en la segunda economía mundial.
¿Adónde llevarán la Franja y la Ruta ?
La región de Oriente Medio es fundamental para la Iniciativa de la Franja y la Ruta, un proyecto de infraestructuras dirigido por China que pretende cubrir todo el planeta y que afrontará a graves desafíos si continúan las guerras. Oriente Medio también es una importante fuente de actividad económica para China: si en el año 2000 exportó casi 7.700 millones de dólares a Oriente Medio y el Norte de África e importó unos 10.200 millones, en 2021, estas cifras aumentaron hasta los 169.300 y 194.900 millones, respectivamente.
En última instancia, lo que más desea China en Oriente Medio es estabilidad, razón por la que Pekín desempeñó hace ocho meses un papel de mediador en la normalización de las relaciones diplomáticas entre Arabia Saudí e Irán.
A principios de este año, China también se ofreció a mediar entre israelíes y palestinos. La neutralidad de Pekín le permite posicionarse como un actor dispuesto a entablar un diálogo con ambas partes, pudiendo conseguir el apoyo de quienes critican a Netanyahu, como de los que no simpatizan con Hamás.
China ha enviado a la zona del conflicto a un emisario especial, Zhai Jun, para impulsar el alto el fuego y el acceso de la población a la ayuda humanitaria. El enviado de Pekín ha visitado Catar, Arabia Saudí, Jordania, Egipto y Emiratos Árabes Unidos (EAU). Sin embargo, su misión parece tratarse más de un gesto encaminado a estabilizar las relaciones bilaterales de Pekín con el mundo árabe, que a poner en marcha medidas serias de mediación.