Un jurado del condado de Harris, en Texas, volvió a condenar a muerte a Daryl Wheatfall, de 57 años, sentenciado a muerte por primera vez en 1991 por un doble asesinato en 1990, anunció este miércoles la fiscal de distrito, Kim Ogg.
Wheatfall fue sentenciado inicialmente por matar, en diciembre de 1990, a James Fitzgerald y a su esposa L. B. dentro de su casa. "Estos son casos muy difíciles, tienen un costo emocional real para todos y quiero dar nuestro más sentido pésame nuevamente a los familiares vivos y restantes de la familia Fitzgerald", comentó Ogg. "Debido a su historial de actos violentos, incluido el apuñalamiento de un guardia de prisión, el jurado decidió que el señor Wheatfall era una amenaza demasiado grande, incluso a su edad, para salir del corredor de la muerte", añadió.
El nuevo juicio
A Wheatfall se le concedió un nuevo juicio debido a instrucciones erróneas del jurado en su primer caso. Aunque su culpabilidad no estaba en duda, hubo que rehacer toda la instrucción para que los jurados comprendieran todo el caso. El hijo superviviente de la pareja, que en aquel entonces era un adolescente y recibió un disparo, testificó contra Wheatfall ante el nuevo jurado. El juicio, de 2 meses de duración, tuvo 4 semanas de exposición de testimonios y deliberación.
Debido a estas circunstancias, los miembros del jurado solo tuvieron que considerar el castigo y para ello disponían de dos opciones: la cadena perpetua o la condena a muerte. Finalmente optaron porque Wheatfall retornara al corredor de la muerte, pues la otra opción lo hacía automáticamente elegible para la libertad condicional, dado que la ley en el momento del asesinato lo disponía así.
Tras la sentencia, Janna Oswald, la fiscal adjunta de distrito que participó en el procesamiento del caso, agradeció al jurado su tiempo y atención. "Fueron un jurado muy atento y diligente que tomó en serio su deber y no tomó su decisión a la ligera", señaló Oswald. También expuso que era importante garantizar que Wheatfall volviera al corredor de la muerte porque sigue siendo peligroso. "Él es un peligro y una amenaza continua, no solo para la población carcelaria, sino para la comunidad en general", agregó.