Nada ha demostrado la actitud del mundo occidental hacia las naciones en desarrollo que la actual crisis humanitaria en Medio Oriente, asegura el periodista, escritor y comentarista político N.P. Ullekh en su artículo sobre el sentimiento de traición que experimentan los países del Sur Global con la postura de Occidente en el conflicto palestino-israelí.
El periodista señala que los habitantes de los países del Sur Global están horrorizados por los ataques llevados a cabo en la Franja de Gaza por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) que han dejado enormes bajas civiles. En este contexto, Ullekh cita al reconocido politólogo estadounidense John Mearsheimer, quien considera que las acciones de Tel Aviv son crímenes de guerra.
En una reciente entrevista, Mearsheimer dijo que los israelíes "están llevando a cabo una campaña de castigo en la Franja de Gaza, donde están castigando a la población civil". "Si los israelíes hicieran todo lo posible para apuntar solamente a Hamás y evitar víctimas civiles, entonces se podría argumentar coherentemente que no se trata de un caso en el que se cometen crímenes de guerra. Pero ellos no lo están haciendo", agregó.
"Típica mentalidad occidental"
Según Ullekh, el Sur Global ya ha experimentado el mismo sentimiento de traición antes, puesto que Occidente siempre ha calificado a otros pueblos de inferiores. El ministro de Defensa de Israel, Yoav Galant, declaró que las FDI se enfrentan a "animales humanos" en Gaza. El autor del artículo señala que este es el lenguaje de los colonizadores y, en este sentido, rememora al ex primer ministro del Reino Unido Winston Churchill, quien "creía que los indios pertenecían a una raza inferior".
"Desde deshumanizar a los habitantes de Gaza que murieron en los ataques de las FDI llamándolos 'escudos humanos de Hamás' (una acusación hecha sin pruebas, como es costumbre de los poderosos a lo largo de los siglos), un representante israelí ahora ha llamado a los trabajadores humanitarios de la ONU en Gaza 'miembros de Hamás'", denuncia Ullekh.
Además, señala que "al parecer, Occidente se guía por un derecho divino a caprichosamente pisotear los derechos humanos de los que no considera importante y digno de él, imponiendo penas de muerte" a más de 13.000 personas, incluyendo aproximadamente 5.500 niños, bebés y recién nacidos bajo el pretexto de la "autodefensa".
EE.UU. también es culpable de todas las muertes en Gaza, ya que las FDI están usando armas estadounidenses para asesinar a los civiles inocentes, afirma el autor del artículo, sugiriendo que es el momento de responsabilizar a Occidente por su "hipocresía".
Según la idea occidental de justicia, incluso los invasores tienen derecho a "defenderse" contra los ocupados por medios militares, critica el periodista. "Los presidentes que ordenan invasiones con pretextos poco éticos nunca figuran en la lista de terroristas globales ni son juzgados en La Haya [...]. Esta tiranía se tolera como algo habitual en Occidente", continúa.
Después de la desintegración de la Unión Soviética, que era un baluarte contra los excesos occidentales, los países de Occidente empezaron a controlar todo el mundo por otra vía: a través de los mercados y el comercio. "La época de la colonización directa casi había terminado, y entonces para ellos fue importante fomentar la manía denominada globalización para conseguir que los mercados regionales se abrieran y permitieran a Occidente controlarlos", asegura Ullekh.
El ejemplo de India
En cuanto a las consecuencias de la globalización, el autor considera que en la India ha habido una ampliación del comercio y un crecimiento económico. Sin embargo, se trata de la inequidad creciente, la marginalización de los grupos vulnerables, el empeoramiento de la situación medioambiental y la uniformidad cultural creciente, lo que el autor considera "más peligroso" en el caso de este país específico.
Además, mientras que países como India y China empiezan a exportar las mercancías que pueden competir con las occidentales, sobre todo las estadounidenses, los líderes del mundo occidental deciden poner fin a la globalización para los competidores potenciales. Por esta misma razón, suelen imponer varias sanciones y limitaciones contra ellos. Sin embargo, el periodista cree que el proteccionismo también prevalece en la política de EE.UU. por otros motivos. De acuerdo con el autor, los sentimientos proteccionistas estadounidenses son vinculados con la pérdida de trabajo masiva y el descontento entre los trabajadores creciente. De tal modo, resalta que EE.UU. apoyará la competencia hasta que sus propias compañías sean los líderes en el mercado mundial.
"El rampante desprecio de leyes internacionales"
Ullekh cree que la situación en torno a Israel es bastante semejante a la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que se expandió militarmente a pesar de las promesas previas. El Sur Global interpreta tal conducta por parte de Occidente como una humillación real, especialmente teniendo en cuenta la intervención insensata en los conflictos en Medio Oriente y Afganistán. Como destaca el periodista, "el rampante desprecio de las leyes internacionales y la apatía de Occidente con relación al resto del mundo nunca han estado tan visibles tras la Guerra Fría como están últimamente".
Además, el autor recuerda los acontecimientos de la pandemia de covid-19, y los problemas vinculados con la falta de vacunas contra la enfermedad. Incluso, cuando había bastante cantidad de vacunas, los países de Occidente se negaron a distribuirlas entre los países más pobres.
Lo mismo había ocurrido en África a fines de los años 2000. En aquellos tiempos, la población había sufrido el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), y los países occidentales habían entregado las vacunas contra el VIH demasiado tarde. El autor compara esta forma de actuar con el modo de pensar de Churchill, que siempre estuvo por encima del enfoque multilateral en la lista de las prioridades nacionales para Occidente.
Entre otras cosas, las instituciones Bretton Woods -el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial -, establecidas para fomentar la integración global y la cooperación económica internacional, se utilizan ahora para promover la hegemonía estadounidense. Junto a eso, según el autor, se los acusa de promover una especie de "apartheid global" que favorece a las economías avanzadas y utiliza razones políticas como criterio clave para desembolsar los préstamos, en lugar de consideraciones económicas.
De tal modo, Ullekh concluye que "la crisis actual en Palestina ha demostrado la codicia del Occidente neocolonial considerablemente más que cualquier otro incidente específico, ya que las mujeres y los niños del Sur son vistos como un juego limpio. El sentimiento de la desconfianza es grande, y ya se siente en varios lugares por el resto del mundo. Como nos enseña la historia, ningún imperio existe para siempre".