El Gobierno de España ha expulsado a tres espías estadounidenses y ha solicitado que un cuarto abandone el país ibérico por haber pagado a dos agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), el servicio de inteligencia español, a cambio de información clasificada, informó este jueves el diario El Mundo.
Los espías, cuya expulsión ha tenido lugar después de la protesta formal de los ministerios españoles de Defensa —del que depende el CNI— y de Asuntos Exteriores, estaban destinados en la Embajada del país norteamericano y se consideraban "registrados" ante los servicios de inteligencia españoles, según fuentes de Defensa.
Al parecer, los agentes estadounidenses captaron a dos miembros de la inteligencia española y, al menos en alguna ocasión, les dieron dinero para obtener secretos. El cabecilla era un jefe de área con tres décadas de servicio, indican las personas familiarizadas con el asunto, mientras que su ayudante llevaba varios años trabajando en el CNI en una categoría baja. Ambos fueron arrestados.
Falta de respeto grave
El diario español señala que las actividades de los espías estadounidenses han sido consideradas una falta de respeto grave entre países aliados, ya que, de acuerdo con las reglas de las alianzas entre socios, cada una de las partes elige qué información desea compartir con la otra y cuál no, y debe respetarse.
La ministra de Defensa de España, Margarita Robles, descartó que la investigación en curso afecte a las relaciones entre Madrid y Washington, describiendo como "firme" el compromiso con la nación norteamericana. "Somos países serios, aliados y comprometidos", destacó.
Asimismo, explicó que la investigación en cuestión comenzó después de que el CNI detectara una serie de "conductas irregulares" que podrían ser causa de delito. De hecho, fue Robles quien este lunes confirmó que el caso estaba en manos de los juzgados capitalinos de Plaza de Castilla.
No es la primera vez que España expulsa a agentes estadounidenses. En 1986, el entonces presidente del Gobierno, Felipe González, ordenó la salida de ocho miembros de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) por haber espiado a su vicepresidente, Alfonso Guerra.