Una foto del padre Júlio Lancellotti (Sao Paulo, 1948) recorrió las redes en 2021: en ella se le ve rompiendo con un mazo unas piedras puntiagudas colocadas por la municipalidad en un viaducto de Sao Paulo para evitar que los pobres utilizasen el lugar como refugio.
Por acciones como esa y por toda la lucha durante años a favor de los pobres, en diciembre el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, sancionó la Ley Padre Júlio Lancellotti.
La normativa –vetada por el ultraderechista Jair Bolsonaro durante su mandato– prohíbe la denominada "arquitectura hostil": materiales, estructuras, equipos y técnicas constructivas en lugares abiertos de uso público que dificulten el acceso a las personas sin hogar.
El senador Fabiano Contarato, del Partido de los Trabajadores (PT) y propulsor de la normativa, considera que "detrás de esta lógica neoliberal" está la idea de que la eliminación de público no deseado en una zona "resulta en la valorización del área y, en consecuencia, en un aumento del valor de mercado de los proyectos, generando más ganancias para los inversores". Para Lancellotti, esto es denigrante.
Aporofobia, rechazo a los pobres
La aporofobia, rechazo a los pobres o desfavorecidos, fue un término acuñado por la catedrática española Adela Cortina, que señala que esa "aversión no es tanto ante extranjeros o gente de distinta orientación sexual o religión, sino ante los pobres".
Una de las grandes tareas del siglo XXI -según Cortina- es "acabar con este desprecio a los pobres que siempre viene de los que se creen superiores y mejor situados".
El término ha sido ampliamente difundido por el sacerdote. En Brasil, 33 millones de personas, el 16 % de la población pasa hambre y 17,5 millones familias viven en la pobreza con ingresos mensuales per cápita de hasta 105 reales (unos 21 dólares).
Sobre una población de 203 millones de personas, 221.113 viven en la calle y más 91.000 se concentran en el estado de Sao Paulo.
Coordinador de la Pastoral do Povo da Rua y párroco de la Iglesia São Miguel Arcanjo en Mooca, un barrio del este de la ciudad paulista, a sus 74 años, Lancellotti es un referente en su lucha por los derechos humanos y su notoriedad creció incluso más durante la pandemia, cuando no paró de distribuir comida y ropa a los necesitados.
En 2020, el papa Francisco mencionó en un discurso a Lancellotti, a quien calificó como "un mensaje de Dios". "Ayer logré llamar a un anciano sacerdote italiano, misionero de la juventud en Brasil, pero siempre trabajando con los excluidos, con los pobres. Y vive su vejez en paz: pasó su vida con los pobres", aseguró.
El cura se ha convertido en una voz influyente con destacada repercusión en las redes sociales. Pero también se ha topado con grandes detractores, en especial, de la extrema derecha contraria a las políticas públicas que defiende.
En 2017, Bolsonaro, entonces diputado, procesó al sacerdote porque en una misa se refirió a él como un "racista, machista y homófobo". La Justicia desestimó la acción tres años después.
Ataques, insultos y amenazas
Lancellotti -calificado como un "izquierdista y comunista"- se enfrenta constantemente a críticas de la derecha. Uno de los últimos episodios ocurrió en enero, cuando el alcalde de Sao Paulo, Ricardo Nunes, recolectó firmas para abrir una Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) para analizar el trabajo de las oenegés en Cracolandia, la tierra del crack, como se conoce al mercado de drogas a cielo abierto en el centro de la ciudad.
Nunes, uno de los fundadores del Movimiento Brasil Libre, creado en 2014 para defender el 'impeachment' contra la expresidenta Dilma Rousseff, afirma que existe una "mafia de la miseria" en la urbe, que presuntamente se aprovecha de los recursos destinados a los pobres.
La polémica estalló cuando el alcalde –que busca apoyo de los conservadores para su campaña de cara a las elecciones municipales de octubre– anunció que entre los investigados estaba Lancellotti, que no tiene vínculos con las ONG que cita Nunes.
Movimiento de apoyo
El asunto derivó en un fuerte movimiento de apoyo a Lancellotti por parte de destacadas personalidades, entre ellas, el propio presidente Lula o el conocido juez de la Corte Suprema, Alexandre de Moraes.
Sobre este asunto, el párroco no duda: "Sao Paulo es un un escaparate de la especulación inmobiliaria. Y la especulación inmobiliaria tiene un enemigo número 1, que son las personas sin hogar".
En medio de los ataques al párroco, el sociólogo Benedito Mariano, vinculado al PT, se reunió con el ministro de Derechos Humanos, Silvio Almeida, para pedir al Ejecutivo iniciar una campaña para lanzar a Lancellotti como candidato al Premio Nobel de la Paz.
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