Ecuador ha sufrido terror en los últimos días, producto de la ola de violencia que azota al país. El 2023 esta nación andina lo cerró como el año más violento de su historia, con 7.878 asesinatos, una tasa de 46,5 homicidios por cada 100.000 habitantes, según cifras oficiales a las que tuvo acceso el diario El Universo.
Pero hace apenas unos años la situación era diferente, el país suramericano era considerado como uno de los más seguros de América Latina. En 2017, el último de Rafael Correa como presidente, la nación andina tenía una tasa de 6 homicidios intencionales por cada 100.000 habitantes, de acuerdo con una base de datos del Banco Mundial (BM).
Según esa misma data, cuando Correa asumió la Presidencia, en 2007, la tasa de asesinatos era de 16 por cada 100.000 habitantes, subiendo a 18 en 2008 y manteniéndose ahí durante dos años más; pero a partir de 2011 la curva comenzó a descender a 15, luego a 12, 11, 8, hasta llegar a 6.
¿Qué estrategia hubo durante la administración de Correa para que la situación cambiara? Una de las medidas, no la única, fue la denominada "pacificación" o "legalización" de las pandillas. De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), también hubo una reforma integral de la Policía.
La estrategia de pacificación consistió en reconocer como organizaciones sociales legítimas a estas agrupaciones. Se procuró que las bandas asumieran el compromiso de desvincularse de la violencia y actuar dentro del marco legal en Ecuador, en lugar de llevar a cabo encarcelaciones masivas. Con esta medida se beneficiaron pandillas como los Latin Kings, los Ñetas y los Masters of the Street.
"Cambió todo el concepto de las pandillas", dijo a InSight Crime el criminólogo David Brotherton, de la City University de Nueva York y uno de los autores del estudio 'Control social y la pandilla: lecciones que deja la legalización de las pandillas callejeras en Ecuador'.
"A medida que los grupos comenzaron a tener diferentes concepciones del Estado, también adoptaron diferentes concepciones de sí mismos. Ahora no son proscritos, sino grupos de jóvenes muy legítimos y autoorganizados, libres de desarrollar habilidades y bases de conocimiento", agregó.
La destrucción
El panorama cambió con el traspaso de mando. Aunque según los datos del BM la tasa de homicidios se mantuvo en 6 por cada 100.000 habitantes en 2018, aumentó a 7 en 2019, a 8 en 2020 y a 14 en 2021. El ascenso, lamentablemente, continuó y duplicándose, hasta escalar a los 25,9 en 2022 y 46,5 en 2023.
"2017 fue un punto de quiebre. Solo dos meses después de asumir el poder, el presidente Lenín Moreno (2017-2021) abandonó muchas de las políticas de Correa. Ya había estabilidad con el proceso de legalización, pero ellos simplemente lo suspendieron e hicieron un acuerdo que permitió que los carteles básicamente se tomaran el control de las prisiones", explicó Brotherton al citado medio.
Pese a que el exvicepresidente Otto Sonnenholzner —quien gobernó junto a Moreno— señaló recientemente que la actual situación de violencia es atribuible a la estrategia de pacificación de las pandillas, Brotherton llamó a recordar la baja en los homicidios durante el pasado correísta.
"Decir que hay relación entre la actual crisis de seguridad y el programa de legalización de las pandillas es negar de tajo la historia. Solo hay que mirar las tasas de homicidios de 2007 a 2017. Era increíble. Año tras año, sin importar la situación económica del país, estas decrecían", opinó.
El expresidente Correa, en entrevista con RT, hizo alusión a la destrucción del país a partir de ese año y señaló que la situación actual no es fortuita, responsabilizando a Moreno y a su sucesor, Guillermo Lasso, de lo que ahora ocurre. "Su foco, su concentración, estaba en tratar de destruirnos como alternativa política y permitieron de todo, que se tomen las Cortes, que solo sirvan para perseguir, eliminaron ministerios para hacernos quedar mal [...] entre ellos, por ejemplo, el ministerio encargado de las cárceles", indicó.
"No he visto en época de paz, sin sanciones y sin bloqueos, una destrucción tan rápida de un país", enfatizó el exmandatario.
Añadió que, aunque siempre ha existido crimen organizado, la diferencia es que durante esas administraciones "han infiltrado al Estado", como a las Fuerzas Armadas, a la Policía Nacional y al sistema de Justicia. "No solo infiltraron, dominan totalmente el sistema carcelario y desde ahí dirigen el crimen organizado", comentó.
Por su parte, el analista político Édgar Isch López comentó a RT acerca de la "inactividad e ineficiencia del Estado" en los últimos años respecto a frenar la violencia.
Situación actual
Ese desolador panorama es el que recibió el ahora presidente, Daniel Noboa, cuando asumió el cargo el pasado 23 de noviembre, puesto que ganó en elecciones anticipadas y en el cual estará para culminar el mandato que no pudo terminar Lasso.
En sus apenas siete semanas en el poder, Noboa, a quien durante la campaña electoral y en los comicios se le vio usando un chaleco antibalas para su protección, ha hecho énfasis en atacar la crisis de seguridad que vive el país y lanzó el denominado 'Plan Fénix', que como dijo recientemente en una entrevista, incluye mayores controles en puertos y fronteras, segmentación y construcción de nuevas cárceles, sacar a los líderes de los grupos delincuenciales de las prisiones donde se encuentran y ponerlos en zonas aisladas de máxima seguridad, monitoreos con radares y drones para combatir el narcotráfico y el terrorismo, entre otras medidas.
Según ha dicho Correa, cuando el nuevo mandatario quiso "poner control" fue que obtuvo la desmedida "respuesta", en referencia a la ola de violencia que se exacerbó en Ecuador en los últimos días.
Primero, el domingo, se conoció la fuga de José Adolfo Macías Villamar, alias 'Fito', líder de la banda criminal Los Choneros y que ha sido vinculado al mexicano Cártel de Sinaloa, quien se encontraba en un pabellón de máxima seguridad en la Cárcel Regional, en la provincia de Guayas. Posteriormente, el lunes, se registraron motines en diferentes cárceles, con la retención de guías penitenciarios, en muchas de las cuales aún permanecen secuestrados.
Ese mismo día, el mandatario declaró estado de excepción y un toque de queda desde las 23:00 a las 05:00, por un lapso de 60 días. Tras ello, se desató el terror, con autos incinerados, explosiones, secuestro de policías, ataques a Unidades de Policía Comunitaria (UPC), entre otras acciones.
El martes, se registró la toma del canal estatal TC Televisión y se pudo ver en directo a los delincuentes encapuchados y armados, así como la retención de los trabajadores. Mientras eso ocurría, salió a la luz otro decreto de Noboa, en el que se reconocía la existencia de un "conflicto armado interno" en Ecuador y, además, se dio la definición de "organizaciones terroristas" y "actores no estatales beligerantes" a una veintena de agrupaciones, convirtiéndolas en objetivo militar.
Se trata de: Águilas, ÁguilasKiler, Ak47, Caballeros Oscuros, ChoneKiller, Choneros, Corvicheros, Cuartel de las Feas, Cubanos, Fatales, Gánster, Kater Piler, Lagartos, Latin Kings, Lobos, Los p.27, Los Tiburones, Mafia 18, Mafia Trébol, Patrones, R7, Tiguerones.
De acuerdo con Noboa, la definición de terroristas y la estrategia de convertir en objetivos militares a estas agrupaciones, es un aviso de que el Gobierno no va a ceder. "Es un mensaje de que no vamos a dejar que la sociedad se muera lentamente, sino que hoy los vamos a combatir, hoy vamos a dar soluciones y pronto vamos a darle la paz a las familias ecuatorianas", expresó.
Sin embargo, Noboa ha dejado claro que su plan no solo es de mano dura, como se está evidenciando actualmente, sino que sus políticas incluirán "reformas del tejido social", con el objetivo de evitar el futuro reclutamiento de menores en las bandas delictivas. "Tiene que existir asistencia, tiene que existir educación, oportunidades también para los jóvenes, empleo", dijo.
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