Un grupo internacional de investigadores reveló que la educación que recibe una persona a lo largo de su vida podría reducir considerablemente el riesgo de morir cuando sea adulta, informó este martes la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU).
En un nuevo estudio publicado en la revista The Lancet Public Health se muestran los resultados obtenidos de un análisis de los datos relacionados con la mortalidad adulta recopilados de más de 600 artículos en 59 países.
Para llegar a esta conclusión se empleó una herramienta computacional que tomó en cuenta la variación entre los artículos al controlar la edad, el sexo y el estado civil de los adultos, así como los antecedentes socioeconómicos y demográficos.
Seguir estudiando alarga la vida
Se descubrió que la probabilidad de que un adulto menor de 50 años muera se reduce en un 2 % por cada año adicional de educación. A modo de ejemplo, los científicos explicaron que la mortalidad de una persona que completó 18 años de educación disminuye en un 34 %.
También encontraron evidencia sobre el impacto protector que ofrece continuar estudiando, y señalaron que estos hallazgos son similares al nivel de protección que proporciona una dieta saludable y la actividad física.
Sin embargo, enfatizaron que no asistir a la escuela tiene un efecto negativo en la salud de un adulto promedio, comparable al consumo de cinco bebidas alcohólicas al día o a fumar medio paquete de cigarrillos diariamente en el lapso de una década.
Por otro lado, no se determinó por qué recibir más años de educación contribuía en la reducción del riesgo de muerte. No obstante, sugirieron que la educación está vinculada con la salud de diferentes maneras, como el acceso a las vacunas, la atención sanitaria y el aumento de las oportunidades laborales y financieras.
"Necesitamos aumentar las inversiones sociales para permitir el acceso a una mejor y mayor educación en todo el mundo para detener las persistentes desigualdades que están costando vidas", manifestó el científico Mirza Balaj. Por su parte, la investigadora Claire Henson sostuvo que "cerrar la brecha educativa significa cerrar la brecha de mortalidad", por lo que es necesario "interrumpir el ciclo de pobreza y muertes evitables con la ayuda del compromiso internacional".
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