Lvov se ha convertido en una "ciudad de saboteadores" debido a que allí hay mucha gente de habla rusa, declaró la exdiputada de la Rada Suprema de Ucrania, Irina Farión, instando a ignorar a los rusoparlantes y limitar sus derechos.
"¿Cómo sé que no es un moskal? [insulto étnico a los rusos usado principalmente en otras naciones eslavas] ¿Cómo puedo distinguir entre un moskal y un rusoparlante?", expresó en una reciente entrevista, refiriéndose al hecho de que oye hablar ruso mientras pasea por Lvov. Según sus palabras, en Ucrania "no hay población rusoparlante", ya que el Tribunal Constitucional del país se negó a reconocer a estas personas como una categoría jurídica separada.
En este contexto, calificó a los que hablan ruso de "marginados". "Son personas miserables que todavía hablan la lengua de Moscú", dijo, instando a los ucranianos a no reaccionar cuando oigan esta lengua, que "envenena el espacio" del país. Afirmó que los ciudadanos rusoparlantes "no pueden avanzar en la jerarquía social" y "no deben" recibir educación ni trabajar.
Además, la exdiputada acusó a los ucranianos rusoparlantes del inicio del conflicto, argumentando que esa fue la razón por la que Moscú "vino a defenderlos".
Por su parte, el presidente ruso, Vladímir Putin, señaló el pasado viernes que las autoridades ucranianas cometieron actos de genocidio contra la población de Donbass durante casi 9 años. Explicó que después del golpe de Estado del 2014, el nuevo régimen de Kiev empezó a "exterminar físicamente a todos los que estuvieron dispuestos a desarrollar relaciones normales" con Rusia.
No es la primera polémica declaración de Farión. En enero del año pasado, confesó que enseñaba a su nieto de 3 años a pegar a los niños que hablan ruso en la guardería. "¿Por qué mi Dmítrik, que tiene tres años y medio, entra en la guardería y ve a algún Grisha que le dice 'privet' ['hola', en ruso], y mi nieto tiene que enseñarle, con su puñito, la lengua ucraniana?", afirmó.