El análisis por un equipo internacional de los restos y herramientas paleolíticas hallados en una cueva del municipio alemán de Ranis reveló que datan de hace 45.000 años, lo que obliga a revisar el momento de la llegada del Homo Sapiens a Europa Central, según un comunicado de la Sociedad Max Planck publicado el pasado 31 de enero.
Hasta ahora, se consideraba que los restos más antiguos de Homo sapiens en la parte norte de Europa central y noroccidental eran unos huesos de alrededor de 40.000 años de antigüedad, explica Reuters.
"El sitio de la cueva en Ranis proporciona pruebas de la dispersión más antigua conocida de Homo sapiens en las latitudes más altas de Europa", sostiene Jean-Jacques Hublin, profesor del Collège de France, en París. Según explica el investigador, "los artefactos de piedra que se pensaba que fueron fabricados por neandertales eran, en realidad, parte del primer conjunto de herramientas del Homo sapiens", lo que "cambia fundamentalmente nuestro conocimiento previo sobre este período de tiempo".
En particular, los investigadores llaman la atención sobre las puntas de cuchillas bifaciales parciales halladas en Ranis, que también se han descubierto en otros puntos de Europa, desde Moravia y el este de Polonia hasta las Islas Británicas, lo que permite vincularlas a una llegada temprana de pequeños grupos de Homo sapiens en el noroeste de Europa varios miles de años antes de que los neandertales desaparecieran del suroeste de Europa.
La cueva Ilsenhöhle fue excavada en 1930, pero solo en 2016 fueron encontrados allí restos humanos excepcionalmente bien conservados allí, a una profundidad de 8 metros.
Además de huesos de homínidos, se hallaron miles de fragmentos de huesos de distintos animales. La investigación reveló que la cueva fue utilizada por hienas, osos cavernarios y homínidos. En particular, se descubrió que estos pueblos antiguos se nutrían con la carne de diferentes animales: ciervos, rinocerontes lanudos y caballos.
El análisis de los hallazgos permitió atribuir el yacimiento a la cultura lítica del Lincombian-Ranisian-Jerzmanowician (LRJ) del noroeste y centro de Europa (de Alemania a Gran Bretaña).
Asimismo, se descubrió que ese lugar había sido ocupado esporádicamente por los primeros humanos modernos desde hacía 47.500 años, miles de años antes del fin de los neandertales.
Un equipo internacional de científicos identificó en total 13 restos óseos humanoides cuyo ADN reveló que pertenecían a un mismo individuo de Homo sapiens o a varios parientes maternos que habitaron Europa hace 47.500 años.
Los expertos también descubrieron que el clima en aquella época en el territorio de Ranis era frío y que los paisajes se parecían a los de la Siberia moderna y el norte de Escandinavia.
Esto significa que los primeros grupos de Homo sapiens que se asentaron en toda Eurasia ya podían adaptarse a condiciones tan duras. Hasta ahora se creía que los pueblos antiguos desarrollaron resistencia a los climas fríos varios miles de años después.
Desplazándose en pequeños grupos, nuestros ancestros compartían su entorno y sitios con grandes carnívoros, como las hienas, y fabricaban herramientas de piedra con forma de hoja.