Investigadores de Canadá y España revelaron que los miembros de comunidades indígenas pobres se sienten tan felices o incluso más que las personas con ingresos altos de los países desarrollados. Las conclusiones del estudio, publicado este febrero en PNAS, se obtuvieron basándose en casi 3.000 entrevistas realizadas en 19 localidades de 18 países, entre ellos Bolivia, Argentina, Brasil, Guatemala, Paraguay y Chile.
El estudio desmiente los resultados de la mayoría de las encuestas llevadas a cabo al respecto hasta la fecha, que señalaban que las personas más ricas se sienten más felices. A los entrevistados se les pidió que calificaran su satisfacción vital en una escala de 0 a 10. Las entrevistas duraron entre 40 y 90 minutos e incluyeron diversas preguntas relacionadas con la demografía de la comunidad, la situación económica de los hogares, el medio ambiente local, la dependencia de los recursos naturales y el impacto del cambio climático en la vida de los entrevistados.
El resultado es que el nivel medio de satisfacción vital entre las pequeñas comunidades con un ingreso anual por persona inferior a 1.000 dólares es de 6,8, y en cuatro comunidades el nivel de satisfacción incluso superó el 8. Al mismo tiempo, según los datos de World Happiness Report, en 2023 el país más feliz fue Finlandia, con un índice de satisfacción vital del 7,8, seguida por Dinamarca con 7,59 e Islandia 7,53.
En este contexto, los autores coincidieron con algunos estudios anteriores que indicaban que el nivel de ingresos no es crucial para la felicidad. Señalaron que también hay que tener en cuenta el apoyo social, la libertad, la confianza, las relaciones con la familia, la cercanía a la naturaleza y otros factores no materiales. "Nuestros resultados proporcionan un sólido apoyo empírico al argumento de que para alcanzar altos niveles de satisfacción vital no es necesario aumentar los niveles de consumo material típicamente asociados a los ingresos elevados", destacaron los investigadores.