El presidente Luiz Inácio Lula da Silva tiene una tarea pendiente desde que asumió su tercer mandato: acercarse a los conservadores evangélicos, un sector muy vinculado a la ultraderecha bolsonarista.
Es una cuestión urgente, una suerte de bomba de relojería: los evangélicos son ya en Brasil –el país con más católicos del mundo– un tercio de la población, por ende, tienen un creciente poder social, económico y político, especialmente en el Congreso.
Resuelto a no pecar por omisión pensando en el futuro, el gobierno de Lula ha delineado un plan de aproximación que incluiría, según la prensa, la búsqueda de una agenda común y de interlocutores con representantes de ese credo, así como un mayor acercamiento político desde la base y una mejor comunicación.
La preocupación creció después de ver que su popularidad descendió especialmente entre ese segmento del electorado: una encuesta publicada a principios marzo revela que un 62 % de los evangélicos rechaza su labor al frente del gobierno, seis puntos más que hace tres meses. En febrero del año pasado, la desaprobación era del 40 %.
"Vil manipulación"
Esta semana, en una reunión ministerial, Lula afirmó que está dispuesto a mantener más reuniones con los evangélicos, pero consideró que el escollo es mayor por dos factores: el uso político de la religión por parte de sus adversarios y la difusión de noticias falsas.
El mandatario subrayó que la religión "está siendo manipulada de forma vil" en Brasil y pidió que "no se utilice como instrumento político, de partido político y de gobierno".
Aunque sus asesores le aconsejan que mantenga un diálogo más próximo con estos fieles, el mandatario se resiste a establecer vínculos con determinados pastores.
Lula dejó clara esta posición cuando esta semana aseguró que el dios de Jorge Messias, abogado general de la Unión, y evangélico, no es el mismo que el del influyente pastor Silas Malafaia.
Malafaia es uno de los máximos aliados de Bolsonaro y responsable de organizar la masiva manifestación hace unas semanas en Sao Paulo, con el objetivo de que el ultraderechista se defendiese de las acusaciones que lo involucran en un intento de golpe de Estado el 8 de enero de 2023, en Brasilia, para impedir la toma se posesión de Lula.
"El momento de la liberación"
En la protesta de febrero en Sao Paulo, donde las banderas de Israel estuvieron omnipresentes, Michelle Bolsonaro, esposa del exmandatario y ferviente evangélica, ofreció un discurso que, en opinión de los expertos, supone una amenaza al laicismo del Estado.
"Durante mucho tiempo fuimos negligentes hasta el punto de decir que no podíamos mezclar política con religión, y el mal ocupó el espacio. Ha llegado el momento de la liberación. Creo en un Dios todopoderoso capaz de restaurar y sanar nuestra nación", dijo ante miles de seguidores.
Michelle es vista por algunos como una potencial candidata a la presidencia de Brasil, ya que su marido está inhabilitado políticamente por ocho años.
La caída de Lula entre los evangélicos se explica también por un factor externo: el conflicto en Gaza. Las declaraciones de Lula comparando la desmedida operación militar de Israel –que ha dejado más de 30.000 muertos, muchos de ellos niños– con lo que hizo Hitler con los judíos, cayeron mal entre ese electorado.
Eso generó además una crisis diplomática con el país hebreo, que llegó a declarar a Lula persona non grata.
Bolsonaro, que se aproximó a la religión evangélica sin dejar de ser católico, fue durante su mandato (2019-2023) un estrecho aliado del gobierno de Benjamín Netanyahu. En 2016, incluso viajó a Israel para hacerse bautizar como evangélico en las aguas del Jordán.
La crisis entre el actual Gobierno y Tel Aviv supuso una oportunidad para Bolsonaro de posicionarse políticamente y ya ha anunciado que desea visitar el país hebreo.
Por el momento, el martes, el Gobierno de Lula apaciguó los ánimos de los evangélicos con un acuerdo para aprobar la Propuesta de Enmienda a la Constitución (PEC), que amplía la exención de impuestos para iglesias y templos de todas las religiones. La exención fiscal a los pastores evangélicos fue concedida por Bolsonaro en julio de 2022, tres meses antes de las elecciones presidenciales, y después fue revocada.
"Es importantísimo [el acuerdo] para mostrar que este gobierno no está contra las iglesias. No importa si es católico, espiritista, evangélico, templo musulmán o sinagoga judía. Todos están siendo considerados", comentó el diputado evangélico Marcelo Crivella, quien propuso la enmienda.
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