El director ejecutivo de Boeing, Dave Calhoun, dejará su cargo a finales de 2024 como parte de una amplia reorganización de la dirección del gigante aeroespacial estadounidense.
Su salida se produce en el contexto de peticiones de una inspección exhaustiva de Boeing tras una serie de fallos de calidad y fabricación en sus aviones.
Por ejemplo, el 5 de enero, un Boeing 737-9 MAX de Alaska Airlines sufrió una despresurización después de que reventara una ventanilla y parte del fuselaje se desprendiera en pleno vuelo. El incidente provocó que la Administración Federal de Aviación estadounidense ordenara la inmovilización temporal de algunos Boeing 737-9 MAX, lo que ha causado pérdidas a varias grandes aerolíneas.
"Como todos saben, el accidente del vuelo 1282 de Alaska Airlines fue un momento decisivo para Boeing", escribió Calhoun a los empleados el lunes. "Debemos seguir respondiendo a este accidente con humildad y total transparencia", agregó.
"Quiero compartir con ustedes que he decidido que este será mi último año como CEO de nuestra gran empresa, y he notificado a la junta de esa decisión", indicó.
Calhoun también señaló que su dimisión "dará lugar a una serie de cambios a nivel de gestión y gobernanza de cara al futuro". Por su parte, el presidente del Consejo de Administración de la empresa, Lawrence Kellner, comunicó que no tiene intención de presentarse a la reelección en la próxima reunión anual de accionistas. La corporación también anunció que Stan Deal, CEO de Boeing Commercial Airplanes, también se retirará de su cargo.
Desde el incidente de enero, una oleada de casos similares ha golpeado a la empresa: recientemente, el motor de un Boeing se incendió y problemas técnicos en otro avión causaron 50 heridos, mientras que en febrero a un avión se le rompió un ala durante el vuelo. A esos casos se suman dos accidentes mortales de aeronaves 737 MAX, en 2018 y 2019, en los que murieron 346 personas.